La 4º revolución industrial.

Uno de los libros más citados en el último año ha sido The Fourth Industrial Revolution de Klaus Schwab, fundador y Presidente Ejecutivo del World Economic Forum, también conocido como el Foro de Davos. Esta selecta institución promueve la colaboración entre el sector público y privado para potenciar la investigación y «mejorar el mundo» a través de la producción de informes y documentos estratégicos. En Davos se reúnen cada año los principales líderes mundiales del sector político y empresarial, periodistas e intelectuales para analizar los problemas más apremiantes que afronta nuestra sociedad, desde el desarrollo tecnológico hasta la salud y el medio ambiente, y darle forma a las agendas globales, regionales e industriales. En este contexto Klaus Schwab ha escrito un texto de lectura fácil pero que aborda los grandes desafíos del siglo XXI and beyond … En este post realizao un repaso rápido de este volumen y propongo al final algunos comentarios desde una perspectiva eco-evolutiva. Más allá de la mayor o menor simpatía que pueda generar el World Economic Forum, vale la pena revisar un documento que, sin dudas, está marcando la agenda de las conversaciones globales.

Las primeras revoluciones

Los investigadores tienden a coincidir en que la primera revolución en la historia del Homo sapiens se dio hace 10.000 años con la aparición de la agricultura y el comienzo de una vida sedentaria que llevaría, en un par de milenios, a la creación de las primeras ciudades, la aparición de estructuras de gobierno cada vez más complejas y el desarrollo de tecnologías -como la escritura– que resultaron fundamentales para la vida social. Demás está decir que esas tecnologías, tal como sostenía McLuhan, terminaron afectando los modos de percibir y razonar de nuestra especie.

El segundo momento de cambio radical se vivió en la segunda mitad del siglo XVIII y estuvo marcado por un movimiento contrario al sedentarismo del primero: la revolución industrial puso a las masas en movimiento a través del tren, los barcos a vapor y el abandono de la economía agraria en beneficio de las líneas de producción.  El paso de la fuerza muscular a la fuerza mecánica permitió aumentar de manera continua la producción de bienes y fue dando forma a la moderna sociedad de masas. En este caso la revolución se produjo en un puñado de décadas, casi nada si las comparamos con los tiempos largos de la revolución agraria. Ahora bien, en su libro Klaus Schwab afina un poco más el calendario y propone no una sino varias revoluciones industriales:

  • Primera revolución industrial: abarca desde 1760 a 1840  y fue disparada por la máquina a vapor y la producción mecánica.
  • Segunda revolución industrial: comienza a finales del siglo XIX y se  extiende hasta mediados del siglo XX. Si la primera revolución industrial respiraba el vapor de las locomotoras, la segunda latía al calor de las bombillas eléctricas.
  • Tercera revolución industrial: comienza en la postguerra y está marcada por el desarrollo acelerado de la tecnología digital, un proceso que parte de los primeros transistores y microprocesadores, el pasaje de la computación mainframe  (1960s) a la personal  (1980s) y la explosión de las redes digitales (1990s).

Según Klaus Schwab la cuarta revolución industrial tiene características diferentes a las anteriores: más que un nuevo estrato tecnológico generado por alguna nueva forma de energía o de transferencia de información, la era en la que estamos entrando se caracteriza por una «fusión entre tecnologías y su interacción a través del dominio físico, digital y biológico». La cuarta revolución industrial comienza cuando lo digital se cruza con la nanotecnología, la genética dialoga con la computación cuántica y el Big Data, y la inteligencia artificial se mezcla con la internet of things o las fuentes renovables de energía.

Klaus Schwab considera que no existe una infraestructura política o de liderazgo a escala global capaz de procesar lo que se viene ni mucho menos de gestionarlo; también apunta a la falta de una narrativa que permita visualizar los desafíos y oportunidades que se perfilan al horizonte. El libro de Klaus Schwab evidentemente trata de aportar su granito de arena en ambos frentes.

La cuarta revolución industrial

¿De qué va la cuarta revolución industrial? Dejemos que sea el mismo Klaus Schwab quien nos lo explique:

Como se puede apreciar, el cambio es global y sistémico. No hay ámbito de la vida humana o del planeta que parezca quedar fuera de esta transformación. En el libro Klaus Schwab menciona una serie de drivers  o motores de transformación:

  • Físicos: vehículos autónomos, impresoras 3D, robótica avanzada, nuevos materiales
  • Digitales: internet de las cosas, microsensores, monitoreo remoto, blockchain, economía colaborativa, inteligencia artificial.
  • Biológicos: secuenciación genética, biología sintética, edición biológica, xenotransplantes, bioimpresión,

La siguiente infografía (que puede ser consultada de manera interactiva) presenta un mapa de los cambios que ya se perfilan en el horizonte y cuyos efectos viviremos en muy corto plazo:

Klaus Schwab considera que la investigación que se realiza en las universidades suele ser demasiado conservadora y propone potenciarla en el sector privado. Schwab menciona el (polémico) caso de Uber, una empresa que en 2015 contrató a 40 expertos en robótica de la Carnegie Mellon University para entrar de lleno en la competencia por los recursos destinados a la investigación del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. El presidente del World Economic Forum también considera fundamental la colaboración entre el sector privado / público y la inversión masiva de recursos en el sector científico para poder gestionar y aprovechar la cuarta revolución industrial.

En el ámbito económico la cuarta revolución industrial afectará de manera radical aspectos como el crecimiento (¿seguirá creciendo la economía?), el envejecimiento (¿quién pagará las jubilaciones? ¿A qué edad nos retiraremos?) o la productividad  (¿es cierto que la tecnología digital no genera mayor productividad?). Por el lado del empleo las preguntas no son menos inquietantes: ¿hasta dónde llegará la destrucción de empleos «industriales»? ¿Será suficiente la aparición de nuevos empleos «digitales» para que todos tengan un trabajo? Todo hace pensar que la cuarta revolución industrial generará muchos menos empleos que las revoluciones anteriores. En este contexto la cuestión de las competencias (skills) que debe tener un trabajador de la nueva era están siendo motivo de debate. Según los datos que maneja Klaus Schwab casi la mitad de los puestos de trabajo en los Estados Unidos estarán en peligro en la próxima década.

Todo hace pensar que vamos hacia un mercado laboral polarizado entre los trabajadores low-skill/low-pay y los high-skill/high-pay. La misma naturaleza del trabajo está cambiando para convertirse en una práctica altamente flexibilizada en un mercado laboral que se mueve al ritmo de millones de transacciones individuales. Algunos investigadores ya hablan del nacimiento de una nueva clase social: el precariado.

El mundo de los negocios también se verá afectado. Como señala Klaus Schwab,  el ciclo vital de las grandes corporaciones se está acortando (de 60 a 18 años); cada vez resulta más común encontrar nuevas empresas que en pocos años alcanzan posiciones dominantes en los diferentes mercados. Los cambios en las cadenas de abastecimiento, la aparición repentina de aguerridos competidores o los nuevos patrones de transparencia y consumo son también parte de esta transformación. Según Schwab muchas empresas están pasando de vender productos a ofrecer servicios, un proceso que se complementa con el pasaje de las estructuras organizativas jerarquizas a los modelos colaborativos en red. Como ya mencioné, la combinación de lo físico, lo digital y lo biológico modificará de raíz ramas completas de la vieja economía industrial.

A nivel gubernamental, el poder pasa de las grandes estructuras estatales a las ciudades y regiones, las cuales se perfilan como hubs de innovación. La crisis ecológica, la seguridad ciudadana o la ciberguerra son otros desafíos que deberá enfrentar la esfera política. Podría decirse que los viejos sistemas de gobernanza y gestión del poder no están preparados para todos estos cambios que he venido enumerando. Como dice Moisés Naím, «en el siglo XXI el poder se obtiene más fácilmente, es difícil de usar y más fácil de perder». A modo de cierre, el siguiente vídeo resume los grandes desafíos y mutaciones de la cuarta revolución industrial:

Cerca de la revolución

Es innegable que estamos en medio de una mutación profunda de las condiciones de vida en el planeta. Sabemos que el Homo sapiens es la fuente de esta mutación pero nadie pone las manos en el fuego para garantizar su capacidad para gestionarla. Nunca en la historia de la nuestra especie o del planeta se pasó por un momento similar. Desde una perspectiva eco-evolutiva, tal como la entiendo en mi libro Las Leyes de la Interfaz, la denominación «cuarta revolución industrial» hace aguas por donde se la mire. Si la evolución socio-tecnológica es una red, entonces la serie «primera», «segunda», «tercera» o «cuarta revolución industrial» deja de tener sentido. Algo parecido sucedía con la serie «web 1.0», «web 2.0», «web 3.0», etc.: se trata de narrativas secuenciales que sirven para ordenar el discurso pero en el fondo poco aportan a un esclarecimiento de la situación.  Otro problema que tienen las series secuenciales es que pueden llevar al lector a pensar en un camino lineal hacia el «progreso», un utópico lugar futuro donde reinaría la armonía socio-tecnológica. A pesar de apostar por las series lineales a lo hora de nombrar la transformación que estamos viviendo, el libro de Klaus Schwab evita cuidadosamente caer en utopías progresistas: su mirada es analítica e insiste en que el futuro depende en gran medida de las decisiones que tomemos.

Por otro lado, la identificación de cuatro revoluciones industriales por parte de Klaus Schwab no es otra cosa que un efecto de miopía analítica: vemos mucho mejor lo que está cerca y perdemos la perspectiva de lo que está lejos. En otras palabras: es muy posible que para un investigador del siglo XXV lo que pasó entre los siglos XIX-XXI no sea otra cosa que un mismo proceso de transformación similar a creación de las primeras ciudades hace 10.000 años. Más que contabilizar cuatro, cinco  o seis revoluciones industriales, los analistas del futuro hablarán  de un único proceso que comenzó con la máquina a vapor, siguió con las bombillas eléctricas y derivó en una explosión tecnológica que combinó los dominios físico, digital y biológico.

En algunas partes de su discurso Klaus Schwab asimila las transformaciones tecnológicas a fuerzas naturales irreversibles (en el primer vídeo habla de «tsunami»…). Steven Poole, de The Guardian, marca distancia de esta visión demasiado tecno-determinista en su reseña del libro:

The call to adapt, indeed, implies that the changing circumstances Schwab foresees are something like inexorable forces of nature. But of course they aren’t: they will be the results of decisions taken by legislators, regulators and others in power. An alternative idea would be for citizens to engage in and, if necessary, challenge such decisions, rather than meekly adapt to whatever their masters decide the world should be like. That would really be democracy in action, and might even deserve the name of revolution.

Esta naturalización de la tecnología se complementa con un desplazamiento de las cuestiones ambientales. A diferencia de la mayoría de los libros sobre el antropoceno , los cuales se centran en el estado calamitoso en que se encuentra el planeta por culpa del Homo sapiens, el libro de Klaus Schwab se vuelca más a las transformaciones socio-tecnológicas  y pasa bastante por encima de la crisis ecológica.

Las lecturas

Más allá de estos apuntes críticos considero que vale la pena dar una ojeada a The Fourth Industrial Revolution, un volumen que resume en pocas páginas un conjunto muy denso de transformaciones. No es fácil tener una mirada integradora de todo lo que está pasando pero el libro, quizá por el mismo lugar privilegiado que ocupa el World Economic Forum como actor en la red socio-técnica, nos acerca bastante a ese objetivo. Sin embargo el texto de Schwab puede llegar a generar urticaria en algunos lectores adictos a los textos académicos o científicos. , director del Risk Innovation Lab de la Arizona State University, no ahorra críticas al volumen pero al mismo tiempo recomienda dejar de lado los prejuicios académicos  y sumergirse en su lectura:

Schwab’s book often comes across as blissfully unaware of this provenance. Despite the many international initiatives, journals, conferences, think tanks, books and research programs – too many to list separately – dedicated to the responsible and beneficial development of emerging technologies, The Fourth Industrial Revolution reads as if it were written in a vacuum. The ideas are interesting, and in many cases important – but are rarely informed by current activities or thinking (…) Part of the reason, I suspect, is that my community of researchers and practitioners is not the book’s target audience. Instead, Schwab is writing primarily for business, government and civil society leaders – the folks who fly into Davos for the WEF’s annual conference. Because of this, the book is worth reading, despite my imagined academic eye-rolling.

Buena lectura.

4 Comments

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  1. paulo celso Silva junio 10, 2018 — 3:08 pm

    Sin duda, una importante lectura y como es empresarial, leer con ojos libres!! ¿No te parece que estas salidas propuestas aplicanse poco para muchisimos sitios del sur del mundo? ¿tal vez São Paulo, Rio de Janeiro, Buenos Ayres y otras pocas más?

  2. El cambios es global si bien puede adoptar formas diferentes en cada sociedad. Nadie se salvará de estas transformaciones.

    • UNIVERSIDAD MICHOACANA DE SAN NICOLÁS DE HIDALGO UMSNH junio 16, 2018 — 6:54 pm

      Sin embargo existen sectores de la sociedad más conscientes de estos cambios y otros que no se han enterado, qué sucederá con éstos últimos.

  3. AZUCENA ELIZABETH GONZÁLEZ octubre 20, 2018 — 8:53 pm

    El aporte analítico de los procesos de cambios, siempre nos ayudan a reflexionar. Lo que me preocupa realmente sin ser extremista es que dentro de esas revoluciones, el patrón parece haber sido la fuerza transformadora que produjo la energía para materializar lo que el imaginario colectivo deseaba o por lo pronto se le hizo creer que necesitaba. El conocimiento es ahora ese nuevo patrón, englobador que gracias al ecosistema en red, permite que colectivamente se pueda cambiar el mundo. Las tecnologías, más allá de las revoluciones son esas herramientas devenidas de la inteligencia genética que despliega nuestra materia gris. Sin embargo, las divisorias o sectorialismos, no servirán en éste nuevo mundo, porque el ser humano es esa gran central de inteligencia biológica, que utilizará al «hombre cbor» como soporte, brazos, esqueleto para llegar más allá de la velocidad de la luz. El orden en cuanto a la ecología, la distribución de la riqueza, la implementación de la producción con las impresoras 3D, la física cuántica y la máquina de Dios, son elementos que si son reapropiados y utilizados con cierta responsabilidad y conciencia evolutiva, nos ayudarán a lograr grandes cosas. En fin, más que revoluciones, yo me plantearía etapas de mega reflexiones para no volver a cometer aberraciones del pasado imposible de ser repetidas. ¿De que serviría tanta revolución si el fin fuera la autodestrucción?

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