La emergencia de la World Wide Web: recuperando las raíces perdidas.

Más allá de la historia oficial

Al igual que cualquier tecnología, la emergencia de los medios a menudo se sustenta en una narrativa oficial que se expresa un relato lineal y simplificado de sus orígenes. La World Wide Web no es una excepción. Nos hemos acostumbrado demasiado a una historia secuencial que se puede resumir en la siguiente fórmula:

Guerra Fría → ARPANET → Internet → WWW

Sin embargo, en los últimos meses pasaron varias cosas que nos permiten recuperar y captar en toda su complejidad los orígenes de la World Wide Web. Vayamos por partes.

En la conferencia anual de la International Communication Association que se realizó en Toronto en mayo de 2023 la división Communication History premió un póster titulado “Where Is the Authentic Story of the Web? An Analysis of the WWW Collection at CERN in Geneva”. Fruto del trabajo de un equipo de la Università della Svizzera Italiana (Lugano) coordinado por Gabriele Balbi, ese póster presentaba algunos resultados del proyecto “The origins and spread of the World Wide Web. Rediscovering the early years of the Web inside and outside the CERN archive (1989-1995)” que indagó en los aspectos menos conocidos de la emergencia de la web.

En la misma conferencia, mi comunicación “Darwin Amongst the Media. The concept of ‘emergence’ in the context of an evolutionary approach to media change” también fue premiada en la división Communication History como best paper. En esa comunicación, elaborada a partir de un capítulo de mi libro On the Evolution of Media (Routledge, 2023), escribí lo que sigue:

No se sabe mucho (…) sobre el ciclo vital de diferentes experiencias de comunicación mediada por computadora anteriores a la web, como FidoNet. ¿Cómo afectaron estos medios al diseño y usos de la World Wide Web? ¿Cómo eran las relaciones entre medios relativamente “antiguos” como FidoNet y la World Wide Web emergente? FidoNet comenzó en 1985 en los Estados Unidos. Para reducir el tiempo de uso del teléfono, se implementó un sistema que usaba Internet para transportar sus mensajes entre Europa y América del Norte, ahorrando a los operadores miles de dólares al mes; este “túnel” a través de Internet se extendió más tarde a Taiwán, África, Chile y otros países. En 1991, cuando se subió la primera página web al servidor del CERN, FidoNet ya contaba con 11.000 nodos en todo el mundo (…) ¿Cómo fue la respuesta de esos medios colaborativos como FidoNet frente al crecimiento explosivo de la web? ¿Cómo se adaptaron a las nuevas condiciones del ecosistema mediático? (…)

En On the Evolution of Media, un libro que será publicado en castellano en 2024 por editorial Ampersand, lo resumí de la siguiente manera:

Existen varias lagunas en el análisis de la red de actores que participaron en la emergencia de la World Wide Web. Un enfoque evolutivo de los medios debería llenar estos vacíos, completando los espacios en blanco e identificando a los actores ocultos, reconstruyendo sus relaciones y encontrando los vínculos hasta ahora ausentes en los relatos científicos e institucionales.

Lo fascinante del mundo científico es que mientras uno se hace preguntas ya hay gente trabajando en las respuestas.

The Modem World

Si en Minitel: Welcome to the Internet (2017) Julien Mailland y Kevin Driscoll habían explorado una de las redes precursoras de la web, en The Modem World. A Prehistory of Social Media Driscoll profundiza en la vibrante era de los Bulletin Board Systems (BBS) y otras redes que proliferaron antes que la criatura de Tim Berners-Lee se convirtiera en la más grande experiencia interactiva y global de comunicación de la historia del Homo Sapiens. Desde finales de los años 1970 hasta mediados de los 1990 los BBS por acceso telefónico eran la forma predominante de interacción social en línea para los usuarios de computadoras personales. The Modem World parte de una premisa: las estructuras fundamentales de las comunidades en línea, desde BitTorrent y la Web 2.0 hasta las actuales redes sociales y plataformas colaborativas, fueron más que influenciadas por los BBS.

El “mundo del modem” fue el fruto de una comunidad heterogénea y fascinante de usuarios, desde entusiastas de la electrónica hasta expertos en tecnología, pasando por fanáticos de la comunicación radiofónica (la llamada Banda Ciudadana), activistas y protoemprendedores. Fueron estas pequeñas organizaciones sin fines de lucro basada en comunidades locales muy radicadas en el territorio las que impulsaron la difusión de las BBS. A nivel tecnológico, conviene recordar que la comunicación vía modem se realizaba a través de llamadas telefónicas locales y se pagaba por minuto; por ese motivo se desarrollaron protocolos para que el intercambio de información se realizara en horario nocturno, cuando las tarifas eran más bajas. En otras palabras, era una comunicación asincrónica en las antípodas de los actuales intercambios frenéticos en tiempo real.

Kevin Driscoll incluye en su análisis a comunidades muy conocidas como la mítica THE WELL y lo extiende a grupos legendarios como el Computerized Bulletin Board System (CBBS) de Chicago, FidoNet en San Francisco y TARDIS BBS en Indiana. La variedad de experiencias era enorme y abarcaba desde las comunidades como THE WELL, que tenían aspiraciones globales, hasta experiencias profundamente arraigadas en comunidades locales como TARDIS.

El mundo de los BBS

Los BBS no eran simplemente redes locales donde personas de carne y hueso interactuaban en lugares tangibles: estos “boletines” fueron pioneros en la creación de nuevos formatos y prácticas -como el intercambio de archivos- que serían un componente fundamental de las interacciones en línea en los años venideros. La distribución gratuita de archivos de texto (una de las primeras formas de literatura electrónica), las imágenes en formato GIF, los videojuegos shareware, los contenidos para adultos, los manifiestos políticos radicales e incluso las primeras informaciones sobre el virus del SIDA encontraron un hogar en el mundo del modem. Muchas de las discusiones actuales sobre los derechos de autor de las imágenes y la difusión abierta de contenidos para adultos tienen sus raíces en el entorno de los BBS.

Reconstruir la historia de un conjunto tan vasto y descentralizado de comunidades presenta importantes desafíos metodológicos. Estos intercambios, realizados de forma asincrónica, a menudo no se almacenaban de forma permanente. Kevin Driscoll nos recuerda que los archivos efímeros de los BBS nunca fueron rastreados por Google ni capturados por la Wayback Machine de Internet Archive. El legado textual de los BBS se conserva en disquetes, revistas, manuales fotocopiados y en la memoria de sus participantes.

Una de las contribuciones notables del libro de Kevin Driscoll es su descripción de la interacción entre los medios tradicionales -pienso en una revista de informática como Byte– y la difusión de los BBS. El libro también cubre de manera detallada el declive del ecosistema BBS. Driscoll describe la rápida desaparición de estas redes tras el crecimiento exponencial de la World Wide Web después de 1995. El ecosistema BBS no pudo sobrevivir a los cambios culturales, económicos y tecnológicos provocados por la web. Muchos servicios se transformaron, entraron en el ámbito de HTML y se reposicionaron como proveedores de servicios de Internet (ISP). Un nuevo (meta)medio hegemónico estaba naciendo.

Las ventajas de la World Wide Web respecto a los BBS eran evidentes: a la interfaz gráfica del navegador Netscape se sumaba la posibilidad de no tener que activar llamadas telefónicas de larga distancia para acceder a redes lejanas; además, la web ponía a disposición una comunidad global que iba mucho más allá de los grupos e intereses local. Si los BBS optaron por la comunicación asíncrona con base en el territorio, la web fue todo lo contrario: interacciones en tiempo real con el resto del mundo. Además, los BBS tuvieron que lidiar con cierto pánico moral generado a principios de los años 1990 por la difusión de ciertos contenidos. El miedo al ciberporno y a los mensajes radicales generados por los grupos de ultraderecha acabó eclipsando las numerosas ventajas de los intercambios locales propuestos por los BBS.

Una idea fuerte

The Modem World. A Prehistory of Social Media concluye con una idea fuerte: Silicon Valley no inventó las “redes sociales”. Fueron las personas las que construyeron la Internet social. Si las plataformas y los medios sociales comerciales no lograron generar una comunicación equitativa, sostenible y democrática, el futuro de los intercambios en línea puede estar en su pasado, en ese mundo que tan bien describe el texto de Kevin Driscoll. Su libro nos permite vislumbrar futuros alternativos para la comunicación en las redes digitales.

Desde la perspectiva de la teoría evolutiva de los medios, la aparición de los BBS puede entenderse como un proceso emergente impulsado por las interacciones de una amplia serie de actores, que culmina en la creación de un medio participativo e interactivo. Además, el ascenso y declive de los BBS puede conceptualizarse como un ciclo de vida mediático, un proceso que termina con su obsolescencia y la metamorfosis de algunos de sus actores (el pasaje de gestores de BBS a proveedores de servicios de Internet).

La ejemplar reconstrucción histórica de Kevin Driscoll, combinada con la vasta riqueza de información contenida en el volumen (el libro incluye más de cien páginas de notas y referencias bibliográficas), añade profundidad a la narrativa de los orígenes de la World Wide Web y los fundamentos de las redes sociales contemporáneas. Más allá del relato oficial sobre la creación de la web, este trabajo presenta una gran cantidad de historias y datos de gran valor para la comprensión de los procesos de cambio mediático.

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