«La verdad es que nunca he salido de la biblioteca de mi padre,
como no salió nunca de la suya Alonso Quijano.»
Jorge L. Borges
Los cuatro siglos transcurridos desde la muerte de Cervantes (1616) y la publicación de la segunda parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1615), además de ser una buena excusa para releer la obra más fascinante escrita en castellano, también nos brindan una gran ocasión para reflexionar sobre algunos procesos que se están dando en la ecología mediática del siglo XXI.
Don Quijote y la zona gris
De mi artículo Don Quixote of La Mancha: Transmedia Storytelling in the Grey Zone–publicado en agosto 2014 en el International Journal de Communication- ya hablamos en este blog (ver “Transmedia Critical” en el International Journal of Communication). Ese texto se focalizó en las aleluyas o auques, unas producciones impresas populares que se encuentran a mitad de camino entre la industria cultural y las prácticas de los usuarios. La auques -publicadas entre los siglos XIX y XX por pequeñas imprentas que hacían buenos negocios con personajes populares y sin pagar copyright– son un buen ejemplo de expansión narrativa transmedia: ellas cuentan episodios inéditos de la vida del Quijote o Sancho Panza, incorporan nuevos personajes o resignifican el relato original.
Esta breve indagación en el pasado del Quijote nos confirma que:
– Las narrativas transmedia no son un invento del siglo XXI: en los últimos siglos los relatos expandidos a varios medios eran moneda corriente. Por otra parte, a lo largo de su historia estos mundos narrativos contaron con la complicidad de sus prosumidores (¿o deberíamos decir “proto-prosumidores”?), quienes contribuyeron de manera fundamental a su expansión. Lamentablemente la mayor parte de estos user-generated contents creados antes de la llegada de YouTube y Fanfiction.net se han perdido y solo pueden ser recuperados a partir de un trabajo arqueológico-textual.
– El mundo de las narrativas transmedia es una zona híbrida y mestiza. El estudio de las prácticas transmedia nacidas al calor de El Quijote nos permite adentrarnos en esa zona gris donde los intereses comerciales se cruzan con las lógicas de los usuarios. Cuando hablamos de las narrativas transmedia a menudo se tiende a mostrar a la industria de los medios y a los usuarios como dos ámbitos separados y radicalmente opuestos. Sin embargo, al investigador atento no le costará mucho encontrar prácticas híbridas, a mitad de camino entre el universo comercial de las grandes corporaciones y las prácticas textuales salvajes y desprejuiciadas de los fans. La zona gris.
En la zona gris conviven obras híbridas, a mitad de camino entre lo comercial-industrial y lo artesanal-participativo. No sólo las aleluyas del siglo XIX: también muchas obras contemporáneas se mueven en esa tierra de nadie . Por ejemplo el cómic Pardillos, una parodia de Lost realizada por Carlos Azaustre, se podía comprar en FNAC o en Casa del Libro. Un producto de un fan termina en el corazón de la industria cultural. Muchas obras -como Cincuenta zonas de Grey o El Marciano- nacieron como fanfiction y terminaron en las listas de best sellers. Otro ejemplo: Amazon, a través de su programa Kindle Worlds, invita a los autores de fanfiction a publicar sus obras y hacerlas circular de manera comercial.
Dicho en otras palabras: entre las culturas participativas y la industria de la cultura hay un territorio, la zona gris, donde se localizan prácticas culturales y mediáticas contaminadas por lógicas diferentes.
Otakus
¿Qué es un otaku?
El otaku practica el cosplay (costume play), un tipo de moda donde se usan disfraces, accesorios y trajes que representan un sujeto específico o una idea. Quizá sea más fácil entender lo qué es un otaku que practica cosplay a través de alguna imagen…
Si los investigadores provenientes de los estudios culturales británicos durante años nos hablaron de las subculturas, hoy estos grupos de fans tienden a ser encuadrados dentro del fenómeno de las culturas participativas. Si el fan ocupa el puesto más alto de la pirámide participativa dentro de una narrativa transmedia, el otaku es la cereza sobre la torta. Encarnar a un personaje de ficción -ya sea Monkey D. Luffy, Darth Vader o el Sr Spock– expresa un altísimo grado de implicación con el mundo narrativo. El otaku que practica cosplay es el fan total.
El cosplay es un fenómeno que va mucho más allá de la cultura oriental de los manga y anime, ya que abarca a todo tipo de fans y mundos narrativos, desde trekkies hasta amantes de los superhéroes. Si les interesa este tema, les recomiendo el maravilloso libro de Marcel Rius Fanatic Wars, un estudio etno-fotográfico de los fans de Star Wars:
el primer otaku
Podríamos decir que Alonso Quijano era un fan total de las historias de caballería. Este ávido lector de relatos medievales, guiado por una loca obsesión no muy lejana a la de muchos contemporáneos, un día decidió traspasar la frontera, asumir su personaje hasta las últimas consecuencias y vivir plenamente en su mundo narrativo preferido. Alonso Quijano fue el primer otaku.
Si seguimos con este juego, podríamos preguntarnos ¿quién fue el segundo otaku? Sin dudas Alonso Fernández de Avellaneda, el autor de la segunda parte fake de El Quijote (1614). Los investigadores coinciden en que Avellaneda, un pseudónimo detrás del cual se esconde un misterioso autor que todavía hoy alimenta las hipótesis de los académicos, era un gran admirador de la obra de Cervantes. En cierta manera El Quijote de Avellaneda es una obra de fanfiction que circuló a nivel comercial (y le dio a Cervantes la motivación necesaria para escribir su segunda parte y burlarse de la obra de Avellaneda). El libro de Avellaneda también conoció el éxito en su época y, gracias a las menciones de Cervantes en la segunda parte de El Quijote, todavía hoy es leído y estudiado con atención.
Con el correr de los años, lo que nació como la continuación falsa de la obra de Cervantes -típico gesto contemporáneo de un fan que da rienda suelta a su imaginación sin siquiera plantearse la cuestión del copyright-, terminó afincado en la industria editorial. El Quijote de Avellaneda, como las auques o Pardillos, es otro producto típico de la zona gris que comparte rasgos y lógicas tanto de las culturas participativas como de la industria de medios. Un producto híbrido. Un ejercicio hipertextual de frontera.
Este post comenzó con una cita, así que no me queda otra que cerrarlo con otra:
«El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho.»
Miguel de Cervantes
Bonus tracks
- Don Quijote en los tebeos
- Transmedia Archaeology. Storytelling in the borderlines of science fiction, comics and pulp magazines de Scolari, C.A., Bertetti, P. y Freeman, M. (Palgrave, 2014).
Excelente posteo. Acuerdo plenamente con lo de Cervantes.
Bravo!