Hacia la «total performance»

Medir y vigilar

Escribe Byung-Chul Han en La Sociedad de Cansancio(2012): “la sociedad disciplinaria de Foucault, que constaba de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, ya no se corresponde con la sociedad de hoy en día. En su lugar se ha establecido desde hace tiempo otra completamente diferente, a saber: una sociedad de gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y laboratorios genéticos. La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad del rendimiento” (p. 25). Según este filósofo nacido en Corea y formado en Alemania, el sujeto del rendimiento no sufre una explotación externa: es dueño de sí mismo y se auto-explota. En un volumen posterior -La Agonía del Eros (2014)- Byung-Chul Han sostiene que “al vivir en una sociedad que se hace cada vez más narcisista … la libido se invierte sobre todo en la propia subjetividad” (p. 11). El sujeto narcisista del rendimiento “está abocado, sobre todo, al éxito” y su enfermedad es la depresión (“una enfermedad narcisista”) (p. 11).

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Esta idea de rendimiento aplicada a todos los ámbitos de la vida social es sólo una nueva expresión de los procesos de racionalización y control que el capitalismo viene practicando desde su origen. En este sentido la crítica de Byung-Chul Han no hace otra cosa que poner al día interpretaciones de inspiración marxista que en su momento fueron oportunamente desplegadas por Theodor Adorno, Max Horkheimer y, más cerca de nuestro horizonte, Michel Foucault, por nombrar solo a algunos de ellos. Lo que nació en la línea de montaje -el taylorismo que medía, cronometraba y filmaba a los obreros para optimizar la producción- se ha ido expandiendo más allá de la fábrica hasta llegar a los más recónditos intersticios de la sociedad.  Byung-Chul Han llama la atención sobre un fenómeno: la auto-explotación y el auto-sometimiento a un proceso de control del propio rendimiento por parte del mismo sujeto . Sin embargo, esto no implica que los dispositivos externos de medición del rendimiento hayan desaparecido. Por el contrario, el rendimiento individual está sometido a los rankings, índices y sistemas cuantitativos externos de medición.

¿Cómo se  mide el éxito? ¿Cómo se valora el rendimiento? ¿Qué parámetros podemos utilizar para controlar la eficacia/eficiencia de un sistema? Los instrumentos son múltiples y, algunos de ellos, ampliamente conocidos.

DE las Normas ISO a la popularidad en las redes sociales

Veamos un ejemplo: las normas ISO de la serie 9000. Tal como indica la Wikipedia, la ISO 9000 es un conjunto de normas sobre calidad y gestión de calidad, establecidas por la Organización Internacional de Normalización (ISO). Se pueden aplicar en cualquier tipo de organización o actividad orientada a la producción de bienes o servicios. Las normas recogen tanto el contenido mínimo como las guías y herramientas específicas de implantación como los métodos de auditoría.

ISO 9000 especifica la manera en que una organización opera sus estándares de calidad, tiempos de entrega y niveles de servicio. Existen más de 20 elementos en los estándares de esta ISO que se relacionan con la manera en que los sistemas operan. La implementación de las normas de la serie 9000 permite:

  • Estandarizar las actividades del personal que trabaja dentro de la organización por medio de la documentación.
  • Incrementar la satisfacción del cliente al asegurar la calidad de productos y servicios de manera consistente, dada la estandarización de los procedimientos y actividades.
  • Medir y monitorear el desempeño de los procesos.
  • Incrementar la eficacia y/o eficiencia de la organización en el logro de sus objetivos.
  • Mejorar continuamente en los procesos, productos, eficacia, entre otros.
  • Reducir las incidencias negativas de producción o prestación de servicios.
  • Mantener la calidad.

Esta familia de normas apareció en 1987 y tuvo gran difusión a partir de la versión 1994. La «lógica ISO» ha salido de las fábricas y se ha difundido de manera capilar por toda la sociedad. Actualmente existe más un millón de empresas y organizaciones certificadas -desde ayuntamientos hasta universidades- en 170 países.

Otro ámbito donde las mediciones están a la orden del día es obviamente en el mundo de las redes sociales. Nuestro rendimiento se mide en cantidad de «amigos», «me gusta», «followers» y «suscriptores». Es ahí, en el reino de Facebook, Twitter e Instagram, donde las lógicas de la auto-explotación y el auto-sometimiento identificadas por Byung-Chul Han están a la orden del día. En cierta manera, la obsesión por la propia popularidad en los social media se presenta como una versión 2.0 del rating televisivo que tanto obsesiona a los productores y dirigentes de la industria audiovisual. Si todos somos prosumidores, entonces nos interesa conocer la performance de los contenidos que generamos, convirtiéndonos de hecho en pequeños egocasters (egocentric broadcasters).

Mido bien, luego existo.

NOTA: agregué este último párrafo sobre redes sociales por sugerencia del lector Mauricio Viola (@busquedasnet).

Índices de rendimiento

Todos estamos en mayor o menor medida sometidos a un creciente número de índices de rendimiento. Si nos limitamos al ámbito académico, la omnipresencia de los rankings universitarios -como el de Shangai o el Times Higher Education– o los valores que generan el Journal Citation Reports, la Web of Science, ScopusGoogle Scholar están modelando los procesos de enseñanza-aprendizaje y de investigación de manera mucho más profunda que cualquier decisión política o institucional. Es más: la política universitaria y de investigación tiende a depender exclusivamente de estos dispositivos de medición del rendimiento. Todo es cuantificable, solo hay medición de rendimientos, y por lo tanto todos terminamos bailando al ritmo de un puñado de índices y rankings.

En este contexto de proliferación de dispositivos de medición me llamó la atención el proyecto Index of Performative Keys desarrollado por Nathaniel Tkacz. En la introducción del volumen que recoge algunos outputs del proyecto -presentando hace menos de una semana en la conferencia anual de la International Communication Association (ICA) en Fukuoka (Japón)- Tkacz explica ese contexto:

When we do seek an answer, we know that we have to dig into the details. The abstract, the general, the true-for-all-time will no longer do.Precision is the order of the day. To know precisely how somethingis doing requires some form of measurement. In the business worldresults-oriented measures are called metrics, but the new realmof performance and its metrics extend far beyond business aloneMetrics have typically taken the form of levels, scores, indexes,rates, ratios, margins, rankings, returns, variances, or values. But many things can be measured and thus many things can act asmetrics. Learning how to see the world in terms of metrics will be crucial for success in the coming decades

Si bien las métricas sirven para valorar cualquier tipo de actividad, la medición de la propia performance -en sintonía con la lógica del rendimiento criticada por Byung-Chul Han– asume cada día una relevancia mayor:

We all want to get better, be better, achieve more. And we want to do this in our own way. My measure of success is not yours! For manyyears, precise knowledge of this domain was limited to the field of performance management, but things are rapidly changing here too. We are witnessing the radical democratisation of performance management

Tkaz se propone expandir esta lógica:

What does our Index contribute to this great tradition? A single epiphany:  total performance. What is total performance? Total Performance is way of knowing the world that permits perpetual improvement (…)  The measurement of performance is undergoing radical extension, beyond business, government or the economy, beyond health or sports, or any of the precise sciences. Anything that leaves a mark (increasingly a “data point”) can be put to use in thepursuit of performance. Performance is equally being radically intensified. We measure more, but we also measure in more detail (…) The radical extension and intensification of performancmeasures – this is what we mean by total performance.

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Total performance

Es en este punto donde el proyecto de Nathaniel Tkaz se pone interesante. En vez de crear una lista de rankings y sistemas de medición, Tkaz puso a trabajar los algoritmos para elaborar una gramática de la performance que, sumada a un léxico extraído de millones de informes, terminó generando un conjunto de nuevos posibles paramétros de medición. Dejemos que el mismo Tkaz nos explique su Performance Generator algorithm:

In the pages that follow we offer an index. It is designed to inspire, to stimulate your own thinking about the limitless potential of performance and the new horizon of perpetuaimprovement it is helping to bring into being. The index is by no means exhaustive – how could it be? What we present is merely a snapshot, a tiny slither of how performance is being done right now in the real world. Through the latest computational research techniques, we have pioneered a new grammar of performance. Drawing on the latest research results, industry reports and more experimental resources, we have developed a comprehensive lexicon to populate our grammar. Combined, the lexicon and grammar make possible new expressions or “performance phrases”as we call them. Each unique phrase is brought into being through our Performance Generator algorithm. What we present is little moret han an incomplete archive. We are all too aware that knowledge presented in book form is totally out of step with the times and with the findings of our own research. Consider it a message in a bottle for the uninitiated!

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Para la realización del Index Tkaz utilizó diferentes instrumentos:

Este proyecto se mueve en la misma sintonía del famoso SCIgen – An Automatic CS Paper Generator creado por un investigador del MIT en el lejano 2005. En ambos casos nos encontramos con máquinas algorítmicas que generan outputs de corte científico, en un caso textual y en el otro orientado a la medición de rendimientos (para otras expresiones de la llamada programmatic o procedural generation ver mi post Generación por procedimientos: videojuegos, música y que pase el que sigue). Con su Performance Generator algorithm Tkaz complementa la mirada crítica de Byung-Chul Han explorando las fronteras de la lógica de la medición. En otras palabras: Tkaz lleva hasta sus últimas consecuencias la lógica del rendimiento y nos dice que no hay límites a la performance. Cada semana puede nacer una nueva métrica, un nuevo ranking, una nueva forma de cuantificar el rendimiento en algún ámbito de nuestra vida.

Para no terminar este post con un tono demasiado apocalíptico, les recomiendo que naveguen por el Index of Performative Keys: métricas como el Asking Rate,  Average Commonsense Score, Cost per Postgraduates (CPP), Designer Turnover, Toy Engagement Value o el Drama Satisfaction Index no los dejarán indiferentes.

Se divertirán mucho.

Por lo menos un 8,5 sobre 10.

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2 Comments

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  1. David del Castillo mayo 2, 2021 — 6:09 pm

    Impacta de la misma idea del tema de rendimiento que viene hacer una nueva expresion de los procesos de racionalizacion es decir que nosotros mismos nos autosometimos por intermedio de las propias redes sociales en la cual todos o casi la mayoria estamos en ellas. Tambien prioriza determinado tipo de paginas web que por tener mas audiencia aveces nos termina tomando el pelo por que algunos articulos no son ciertos.

  2. Yamila Alcaraz Peñafort junio 28, 2021 — 11:34 am

    Las redes sociales han permitido que las personas pasen de ser simples consumidores a prosumidores. En cada app, uno puede notar los índices de cuántos leen o miran lo que publicamos. De ahí medir el éxito o fracaso de lo que se hace. Este proceso no sólo afecta los aspectos sociales, sino los internos tanto como lo plantea Han y también Roxana Morduchowicz en lo que se refiere en la formación de la identidad en los adolescentes y los que ya tenemos algunos años más. Siguiendo esta lógica, y más allá de una mirada distópica de todo esto, pienso que hay que aprender a moverse con los números y ver qué es lo que nos plantean. Eso es la parte de ser un prosumidor, reflexionar acerca de los objetivos que tenemos a la hora de publicar un artículo o vídeo. ¿Se podría vivir fuera de las redes o escapar a estás formas de comunicación? ¿O dejaríamos de existir como en el @noexisto de Marcelo Birmajer?
    En mi caso, como docente creo que después de la virtualidad, estuvimos más cerca de ser youtubers que de la escuela tradicional. Por lo que, los índices de nuestras audiencias se volvieron fundamentales para saber por ahí va la explicación de un tema o no.

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