Umberto Eco, el hombre que sabía todo. Una lista.

A Umberto Eco le encantaban las listas. Es más, les dedicó un libro: El vértigo de las listas Este post tiene forma de lista, un inventario muy personal que rinde homenaje a uno de los intelectuales que más me marcó en los últimos treinta años.

  • La idea de totalidad («l’uomo che sapeva tutto» de La Repubblica,  el «humanista total» de El País, el hombre «que parecía saberlo todo» en Página 12) atraviesa la obra de Umberto Eco de punta a punta. Quizá ese espíritu transversal le haya llegado vía la semiología francesa de los años sesenta, ese momento de explosión del estructuralismo cuando todo, absolutamente todo -desde la publicidad de pasta Panzani hasta el Pato Donald, el  mito del cerebro de Albert Einstein o las estructuras narrativas de E.A. Poe– fue analizado bajo el potente microscopio Made in Paris. Eco parecía uno de esos filósofos previos a la explosión de conocimientos de la modernidad, cuando ya se volvió imposible para un único individuo dominar todo el saber humano. O sea, Eco era un filósofo pre-Newtoniano.
  • «La maquinaria que permite producir un texto infinito con un número finito de elementos existe desde hace milenios: es el alfabeto.»
  • «La objeción más común dirigida al semiólogo ‘imperialista’ es: ‘si para ti hasta una manzana es un signo, no hay duda de que lasemiótica se ocupa también de la compota… pero en ese caso el juego deja de ser válido’. Lo que este libro desearía demostrar es que desde el punto de vista semiótico no hay diferencia alguna entre una manzana y una compota de manzana, por un lado, y las expresiones lingüísticas /manzana/ y /compota de manzana/, por otro. La semiótica se ocupa de cualquier cosa que pueda considerarse como signo. Signo es cualquier cosa que puede considerarse como substituto significante de cualquier otra cosa. Esa cualquier otra cosa no debe necesariamente existir ni debe sustituir de hecho en el momento en que el signo la represente. En ese sentido, la semiótica es, en principio, la disciplina que estudia todo lo que puede usarse para mentirSi una cosa no puede usarse para mentir, en ese caso tampoco puede usarse para decir la verdad: en realidad, no puede usarse para decir nada. La definición de ‘teoría de la mentira’ podría representar un programa satisfactorio para una semiótica general» (Umberto Eco, Trattato di Semiotica Generale, 1975).
  • «Los libros se respetan usándolos, no dejándolos en paz.»
  • Cuando estudiaba Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario a mediados de los años ochenta Umberto Eco era «el» intelectual de referencia. Después de haber estado censurado durante la dictadura –¿qué podían pensar los neandermilithares argentinos de un intelectual barbudo que proponía la «guerrilla semiótica»?Eco era «uno de los prohibidos» que se podía volver a leer. Por entonces se pusieron de moda los graffitis en Rosario. Uno de los grupos más activos durante la visita del Papa a la ciudad en 1987 era Los Ecos de Umberto. Recuerdo una de las consignas más difundidas («Viene el Papa. Viene Cristo») y la intervención de Los Ecos de Umberto: «Viene el Papa ¿Viene Cristo?». Y a los pocos metros: «Cristo no viene. Es otro de los desaparecidos». Puro juego semiótico.
DVD 613 (23-05-13) Umberto Eco, escritor y filósofo italiano. ' Cristobal Manuel Photo via Newscom/elpphotos024012/1305241709
DVD 613 (23-05-13) Umberto Eco, escritor y filósofo italiano. ‘ Cristobal Manuel Photo via Newscom/elpphotos024012/1305241709
  • «En la segunda mitad de la década de 1960, Eco estuvo de visita en Buenos Aires para dictar unos cursos en el Centro de Altos Estudios Musicales del Instituto Di Tella, que dirigía en esos años Alberto Ginastera. El tema era la obra abierta, pero Eco, que decía tocar la flauta traversa, no se conformó con su papel profesoral: muy en línea con las formas abiertas de las que tanto escribió, quiso participar también en los grupos de improvisación musical del centro de vanguardia. Según le gustaba recordar al compositor Gerardo Gandini, que coordinaba esos grupos, Eco se esforzaba, pero la verdad era que no tenía ningún dominio de su instrumento. Con todo, la anécdota tiene algo bastante serio: el filósofo y semiólogo no tenía miedo de implicarse resueltamente en aquello sobre lo que hacía teoría» (Pablo Gianera en La Nación).
  • «De cualquier cosa que se estén ocupando hoy los medios masivos, la universidad ya se ocupó hace veinte años. Y aquello de lo que hoy se ocupa la universidad, será tratado por los medios masivos dentro de veinte años. Cursar bien la universidad quiere decir llevar veinte años de ventaja.»
  • En octubre de 1990 me fui vivir a Italia y lo primero que hice fue recorrer el país con un pasaje abierto de tren. Torino. Milano. Venezia. Bologna. Bajé del tren un viernes por la tarde. Me puse a caminar por los pórticos -Bologna tiene más de cuarenta kilómetros de veredas cubiertas- hasta llegar a las dos torres. Doblé a la izquierda sin saber dónde me metía (faltaban 15 años para el lanzamiento de Google Maps). Me detuve frente a uno de los edificios de la Università degli Studi di Bologna. Entré. Vi un cartel con los horarios de clases. Ese viernes era la clase de Umberto Eco. Me metí en el aula.
  • «Siempre he sostenido que el proyecto Erasmus tiene valor no sólo intelectual, sino también sexual, o si prefieren genético. Conocí muchos alumnos y alumnas que, después de una estancia en el extranjero, se casaron con una alumna o alumno local. Si se intensifica esta tendencia van a nacer niños bilingües y, en treinta años, podríamos tener una clase dirigente europea al menos bilingüe. Y no sería poca cosa.»
  • «Existe una teoría singular de los orígenes del lenguaje en la obra de un pensador árabe del siglo Xl, lbn Hazm. Los lenguas no pueden haber nacido por convención, porque para establecer las reglas los seres humanos habrían tenido necesidad de una lengua precedente. Existió por lo tonta al principio una lengua dada por Dios, y tan rica de nombres y de sinónimos que a través de ella Adán ha podido nombrar sin ambigüedad todas las cosas del universo. Pero entonces esa lengua debe comprender todos las lenguas. Lo confusión que habría seguida no debería entonces responder a la invención de nuevas lenguas, sino a la fragmentación de aquella lengua única que existía ab initio, y en la que estaban contenidas todas las lenguas por venir. El don recibido por Adán era el multilingüismo. Precisamente por esto todos los seres humanos son capaces de comprender la revelación, en cualquiera que sea la lengua en la que se expresen. En tal caso, y una vez más, Babel no representaría la herida de la que se debe sanar, sino el don primordial que debemos reconquistar» (Umberto Eco, La búsqueda de la lengua perfectaLección inaugural en el Collége de France, 2 de octubre de 1992).

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  • En esa época -finales de 1990- Eco venía de publicar El Péndulo de Foucault y seguramente estaba trabajando en su próximo libro, La búsqueda de la lengua perfecta. Su clase en Bologna fue un maravilloso viaje por los orígenes de esa utopía europea. Al final lo saludé y me volví a la estación de trenes -la mítica estación de trenes de Bologna, donde se había producido uno de los atentados más infames de la historia reciente italiana- para seguir viaje a Firenze-Roma-Napoli con la sensación de que el viaje ya estaba amortizado.
  • «La más grande revolución política realizada en Italia en el último siglo, la Marcha a Roma, la hizo el capo con su organización en la cucheta de un tren.»
  • En 1979 Eco publicó la que considero su mejor obra teórica, la más disruptiva (me refiero a Lector in fabula. La cooperación interpretativa en el texto narrativo, un texto donde termina de dar forma a su teoría interpretativa), el mismo año en que Italo Calvino saca de la imprenta Si una noche de invierno un viajero. Ambos libros hablan de lo mismo: de la complejidad del trabajo interpretativo y del texto como espacio donde se enfrentan dos estrategias: la del lector y la del autor. Cuenta la leyenda que Calvino le envió un ejemplar a Eco dedicado con la siguiente frase: “A Umberto, superior stabat lector, longeque inferior Italo Calvino”. Dejemos que el mismo Eco nos explique su significado: “La cita proviene obviamente de la fábula de Fedro, el lobo y el cordero (‘Superior stabat lupus, longeque inferior agnus’, el lobo aguas arriba del arroyo y el cordero aguas abajo), y Calvino se refería a mi libro Lector in Fabula. ‘Longeque inferior’ significa ‘más abajo’, ‘hacia el valle’, pero también ‘estado de inferioridad’, ‘menos importante’, una ambigüidad referencial. Si la palabra ‘lector’ indica mi libro, Calvino elegía un rol irónicamente humilde o, al contrario, se asignaba orgullosamente el rol positivo del cordero, dejándome, en tanto teórico, el disfraz del Lobo Malo. Si, por el contrario, la palabra ‘lector’ indica al Lector, entonces Calvino estaba realizando una afirmación decisiva, rindiendo homenaje al rol del lector…”. Literatura y semiótica. Filosofía del lenguaje y medievalismo. James Bond y James Joyce. Santo Tomás de Aquino y el hipertexto. Todos los caminos conducen a Eco.
  • «Leer alarga la vida. Quien no lee solo tiene una vida y, se  los aseguro, es poquísimo. En cambio nosotros, cuando moriremos, nos recordaremos de haber atravesado el Rubicón con César, combatido en Waterloo con Napoleón, viajado con Gulliver y encontrado a enanos y gigantes. Una pequeña compensación por la falta de inmortalidad.»
  • «Recuerdo que tenía 22 o 23 años cuando se publicó por primera vez Ficciones. Se habían hecho una 500 copias, prácticamente nadie se había dado cuenta. Entonces vino un poeta italiano (¿Sergio Sogni?), que me dijo: ‘Lea este libro. Es de un argentino que nadie conoce aquí’. Me enloqueció. Me pasaba noche y noches leyéndoselo a mis amigos. Me reconocí de inmediato en Borges. Fue un amor a primera vista.» (Entrevista con Jorge Halperín).

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  • A mediados de los noventa decidí hacer el doctorado. Me acerqué a los semióticos italianos que trabajaban en Torino –Guido Ferraro, Paolo Bertetti– y publicaban la revista Lexia. Durante el 25° Congreso de la Associazione Italiana di Studi Semiotici (AISS, Torino, octubre de 1996) Gianpaolo Caprettini coordinó una mítica mesa redonda titulada «Dalla Retrospettiva alle Prospettive Verso il Futuro» donde participaron Umberto Eco, Gianfranco Bettetini (futuro director de mi tesis doctoral), Cesare Segre, Maria Corti y Antonio Buttitta, los fundadores de la semiótica italiana. En esa ocasión Eco definió a la semiótica como “una capacidad de atención hacia un objeto que llamaremos semiosis, y que no es sólo un signo sino aquello que está antes y después… La semiótica es como la medicina. La medicina tiene ciertamente un objeto, el cuerpo humano y el problema de hacerlo estar en buena forma. Después está la dietética, la cirugía, la acupuntura, etc. Cada médico, si no estamos de frente a un Mad Doctor, tiene la intención de hacer estar bien un cuerpo humano y de retardar al máximo posible la muerte, pero los métodos, los enfoques y las ideas son infinitos. En el fondo el objeto o la finalidad de la semiótica es tener en buen ejercicio a la semiosis y ‘hacerla estar bien’… Alguien podría decir: ¡Para eso bastan los poetas! Pero, para mí, no bastan.» A Eco no le bastaba ser semiótico. Fue filósofo del lenguaje, novelista, periodista, guionista y no me extrañaría que algún día salgan de sus archivos sus poemas. De frente a la hiperespecialización que propone el academicismo avanzado, Eco prefería replegarse al enciclopedismo medieval.
  • «Nada consuela más al novelista que descubrir lecturas que no se le habían ocurrido y que los lectores le sugieren.»
  • Entre los días 6-8 de octubre de 2000 se realizó el 28º congreso de la AISS en Castiglioncello. Decidí enviar un paper titulado «Por un puñado de hiperlibros: interactive fiction, narrativa y retórica hipertextual«, posteriormente incluido en el libro Forme della testualità: teoria, modelli, storia e prospettive (Bertetti y Manetti, 2001). El paper fue aceptado para una mesa redonda sobre el hipertexto. Unos días antes del congreso Bertetti me avisó: «Viene Eco. Quiere hablar sobre el hipertexto así que se sumará a la mesa redonda». Nueve años después de ese encuentro en la mesa redonda sobre el hipertexto -donde Eco hasta hizo un chiste con mi nombre («Scolari, otro italiano con apellido argentino!»)- publiqué un artículo precisamente sobre las contribuciones de Eco a la teoría del hipertexto y las nuevas formas de comunicación digital interactiva: «Digital Eco_logy. Umberto Eco and a semiotic approach to digital communication «
  • «El narrador no debe facilitar interpretaciones de su obra, si no, ¿para qué habría escrito una novela, que es una máquina de generar interpretaciones?»
  • En las Apostillas a El Nombre de la Rosa Eco explica por qué el bibliotecario ciego se llama Jorge de Burgos (cito a memoria): «Porque la suma de biblioteca, ciego y laberinto no puede dar otra cosa que Borges. Y porque las deudas se pagan». De la misma manera, la suma de hipertextualidad, enciclopedia, laberinto e interpretación solo puede dar un único resultado: Umberto Eco. Digital Eco_logies.

Umberto Eco

  • “La lectura de los periódicos, como decía Hegel, es la oración de la mañana del hombre moderno. Y yo no consigo tomarme mi café de la mañana si no hojeo el diario; pero es un ritual casi afectivo y religioso, porque lo hojeo mirando los titulares, y por ellos me doy cuenta de que casi todo lo había sabido la noche anterior. Como mucho, me leo un editorial o un artículo de opinión. Esta es la crisis del periodismo contemporáneo. ¡Y de aquí no se sale!” (declaraciones de Umberto Eco en 2015 con motivo de la publicación de su novela Número Cero).
  • «Los libros son esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la cuchara o la tijera.»
  • En los últimos Eco se atrincheró en la defensa del libro impreso -ver mi texto “Mientras miro las nuevas hojas. Una lectura semiótica sobre la muerte del libro» incluido en El Fin de los Medios Masivos (Carlón y Scolari, 2009/14)- y arremetió contra algunas cosas que pasaban en la red. La última polémica alrededor de Eco se generó por sus declaraciones sobre los «imbéciles» que frecuentan las redes sociales. Obviamente a los periodistas sólo les quedó la parte final de su intervención -donde arremetía contra las  «legiones de imbéciles» que se expresan en las redes- y se olvidaron de las premisas iniciales: «el fenómeno de las redes sociales también es positivo, no solo porque permite a las personas estar en contacto entre ellas. Pensemos a lo sucedido en China o Turquía, donde el gran movimiento contra Erdogan nació gracias a las redes, gracias al tam-tam. Alguno ha dicho que, si hubiera existido Internet en los tiempos de Hitler, los campos de exterminio no hubieran sido posible porque la información se hubiera difundido viralmente…».
  • «La computadora no es una máquina inteligente que ayuda a las personas estúpidas, sino una máquina estúpida que sólo funciona en manos de personas inteligentes».

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  • «Los libros no se han hecho para que creamos lo que dicen, sino para que los analicemos. Cuando leemos un libro, no debemos preguntarnos qué dice, sino qué quiere decir.» (Guglielmo de Baskerville)
  • «El autor debería morirse después de haber escrito su obra. Para allanarle el camino al texto.» (Umberto Eco)
  • «Hace frío en el scriptorium, me duele el pulgar. Dejo este texto, no sé para quién, este texto, que ya no sé de qué habla: stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus.» (Adso de Melk)

11 Comments

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  1. Reblogueó esto en Socied@d Reticulary comentado:
    Umberto Eco fue, junto con Marshall McLuhan, uno de los teóricos de la comunicación que más me gustaron cuando fui a Barcelona a estudiar Periodismo en la década de los años 70. Hoy día, casi 40 años después, ambos autores están más vivos que nunca, intelectualmente hablando.
    Agradezco a Carlos Scolari esta entrada escrita con motivo del fallecimiento de Eco, el 19 de febrero de 2016, y la comparto en mi blog porque me parece una estupenda sinopsis de la obra del filósofo, profesor y escritor italiano. Y porque Scolari es una autoridad en la materia.
    También me gustaría recordar que Umberto Eco creía que el conocimiento debería estar al alcance de cualquier persona, rica o pobre, y por ello escribió el libro ‘Cómo se hace una tesis’ donde dice:
    «Se puede hacer una tesis digna aún hallándose en una situación difícil, causada por discriminaciones recientes o remotas».
    Eco lo hizo para ayudar a aquellos estudiantes que tenían que compartir la universidad con el trabajo en centros educativos masificados o que estudiaban a distancia desde pequeñas localidades.
    Por tantas lecturas gratificantes, gracias Umberto Eco.

  2. Desde Guatemala agradecemos a Carlos Scolari este breve, pero sustancioso recorrido, como hilos semíticos acerca de la densa y prolija obra de Umberto Eco, fallecido ayer. El Círculo Guatemalteco de Estudios Semióticos -CEGS- que me honro en presidir, está -también- de luto, junto a muchos estudiosos en el mundo de la obra del maestro italiano. Gracias por ese importante aporte que copiamos y hacemos llegar a nuestros socios y amigos.

  3. Gracias por los comentarios y reblogueos/retuiteos. Queda mucho por escribir y leer sobre Eco pero por suerte nos dejó muchas claves para seguir adelante. La relación con un texto nunca es igual después de leer sus obras!

  4. Absolutamente delicioso viaje el que hiciste con esta lista Carlos, recordando, reviviendo y redescubriendo al Maestro. ¡Por más listas, hiper listas y listas sin fin!

  5. ¡Disfruté mucho esta lectura! Gracias por compartir. Saludos desde México.

  6. Muchisimas gracias Carlos por esta magnifica sintesis de Umberto Eco. Fue mi maestro en los Cursos de Semiotica del DAMS en la Universidad de Bologna entre 1976 y 1979. Fue mi director de doctorado en Semiotica entre 1987-1990. Toda mi vida he estado relacionada con el, siguiendo sus cursos, compartiendo las fiestas navidenas en su casa de Montecerignone y tambien parte del verano. Eramos un grupo muy solido de discipulos, Patricia Violi, Patricia Magli, Claudio Paolucci, Maria Pia Pezzato, Isabella Pezzini, Giovanni Manetti, Constantino Marmo (que de hecho nos dio el nombre deSigniS para la revista), Danielle Barbieri, y de profesores que eran tambien nuestros amigos: Omar Calabrese, Paolo Fabbri, Mauro Wolf. De Espana habia llegado Cristina Penmarin y Jorge Lozano. Seguiamos sus lecciones de los viernes -como bien lo recuerda Carlos – y luego ibamos todos a cenar a la pizzeria de Via Sto. Stefanno, conocida como «la pizzeria del avvelenatore». Hablabamos todo el tiempo de semiotica. Estabamos animados por una pasion semiologica! Todo era sujeto a discusion. A veces venia a cenar tambien Hugo Volli y Marco Santambroggio, o Tomas Maldonado. Este grupo, en la base de la dinamica Asociacion Italiana de Semiotica, dio lo mejor de una generacion de intelectuales italianos, la Escuela de Bologna. Y tambien nos permitio a los «hispanoparlantes» como el nos llamaba, una formacion solida y la posibilidad de transmitir sus ensenanzas tanto en Espana, donde Jorge y Cristina, junto a otros colegas, fundaron la Asociacion Espanola de Semiotica como en America Latina, creando en 1987 la Federacion Latinoamericana de Semiotica en la Universidad Nacional de Rosario.
    Pero sobre todo fue el hombre que me salvo literalmente la vida. Durante la dictadura militar de 1976 le escribi a Bologna para estudiar con el. A pesar de la tardanza de los correos de la epoca en ambos lados del Atlantico -no habia fax!- me contesto a vuelta de correo aceptandome en su Curso de Semiotica General. Con esa carta me presenté a una beca del Consulado Italiano en Argentina y sali legalmente del pais, en un vuelo Alitalia donde tambien viajaban 50 otros becarios. Cuando lo vi por primera vez en el DAMS me dijo «Cuando recibi su carta senti que usted estaba en peligro». Efectivamente en ese mismo momento desaparecian varios de mis colegas de Rosario. A partir de ese momento, nos unio un pacto implicito: apoyo todos mis proyectos, me sostuvo en los momentos mas duros de mi vida familiar, me acompano con una paciencia infinita en la preparacion del doctorado (tengo los manuscritos corregidos por el con terribles signos de pregunta: che cazzo vuoi dire???), me llamaba su pequeno ornitorrinco por obvias razones, en sintesis: me honro con su amistad, su afecto y su confianza. Los que lo conocimos sabemos que nunca hubo un maestro igual: generoso, terrible con los errores, didactico, con sentido del humor…Fue tal vez el unico semiologo del mundo que logro que una ciencia tan obtusa, abstracta e impenetrable como la semiotica fuera en el fondo, una paseggiata nell’ mondo dei possibili…

  7. donde Eco hasta hizo un chiste con mi nombre (“Scolari, otro italiano con apellido argentino!”

    Q buen.recuerdo personal

    Abrazo

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