Las hipermediaciones y la ecología de los medios.

redspain

El viernes pasado, en la clase del Máster de Comunicación Digital Interactiva, defendí la necesidad de una mirada ecológica de los sistemas de comunicación. Esta mirada -que tuvo en Marshall McLuhan a uno de sus pioneros, y a Robert Logan uno de sus sagaces seguidores- permitiría superar los enfoques monomediáticos que estudian un medio o lenguaje aislado del resto. Una alumna me preguntó si el enfoque «social» no era ya bastante abarcador… lo cual generó una reflexión sobre los estudios de comunicación y los paradigmas vigentes.

Por un lado, se nota en España una fuerte deriva sociologista en los estudios de comunicación. En los años ’80 la investigación en comunicación en este país tenía una impronta semiótica-discursiva. La «ciencia de los signos» estaba de moda y nadie dudaba en encuadrarse en ese campo de estudios. Pocos años más tarde, comenzó la migración hacia un tipo de investigación de corte sociológico enmarcada por el flexible contexto de los «cultural studies». La semiótica pasó de ser una agradable compañera de viaje a un indeseable tatuaje que había que borrar del propio cuerpo a cualquier costo.

En breve: en España se investiga mucho a los sujetos, se estudia a los colectivos pero el estudio textual-discursivo no goza de buena salud en las facultades de comunicación (las investigaciones más interesantes en estos campos suelen provenir de otras facultades, por ejemplo de Psicología o Humanidades). A menudo, el análisis textual queda reducido a estudios de tipo cuantitativo que nos recuerdan los análisis de contenido manifiesto de la fase pre-semiológica.

En otros países la situación es diferente y se puede observar cómo la semiótica convive con los otros campos del conocimiento sin mayores problemas (y se realimentan mutuamente). En Hipermediaciones hablo de estas tensiones, y dentro de esta línea de reflexión les recomiendo el libro de Manuel Martínez Nicolás (ed.) Para investigar la comunicación. Propuestas teórico-metodológicas (Tecnos, 2008) porque hace un buen cuadro de los estudios de comunicación en España.

En este contexto, también es cada día más necesario superar los enfoques monomediáticos o monosemióticos. No podemos comprender lo que está pasando en la televisión si no miramos hacia los medios interactivos, de la misma manera que no podemos comprender las transformaciones del discurso periodístico si no incorporamos los cambios del discurso político o publicitario. Una visión ecológica de la comunicación (entendida como sistema de medios) nos permite comenzar a romper estos compartimientos estancos. Dentro de la semiótica, la reivindicación de la lotmaniana semiosfera (ver esta reflexión muy pertinente de Jorge Lozano) o las teorías del discurso social de Marc Angenot nos introducen en esta dimensión donde reinan los mestizajes e hibridaciones semióticas.

El concepto de «ecosistema mediático» es una metáfora para comprender mejor el conjunto de interrelaciones sociales, tecnológicas, culturales, económicas, etc. que caracterizan al universo de la comunicacion a través de dispositivos técnicos. El origen de está metáfora proviene de los textos de Harold Innis y Marshall McLuhan y se desarrolló en la llamada Escuela de Toronto a través de pensadores como Bob Logan, Derrick de Kerkhove, etc. La metáfora del ecosistema no pretende ser «la metáfora total» que inhabilita o integra todas las otras miradas; como cualquier otra metáfora, ésta ilumina ciertas partes de un proceso complejo y oculta otras. Sobre las metáforas, les recomiendo el capítulo sobre las metáforas de la interfaz en Hacer Clic y el libro de Emmanuel Lizcano titulado Metáforas que nos piensan. Sobre ciencia, democracia y otras poderosas ficciones (disponible gratis online).

En otras palabras: la metáfora del ecosistema aplicada a los medios (y a relación cultura/tecnología en general) nos permite iluminar las interrelaciones generales entre estos factores. En este sentido, si tenemos en cuenta que desde la escritura (o inclusive la misma voz) existen «tecnologías o medios de comunicación», podemos aplicar la idea de «ecosistema mediático» a cualquier época histórica, desde el Imperio Romano (Innis) hasta la Modernidad (la «galaxia Gutenberg» de McLuhan). Seguramente, las tecnologías digitales evidencian aún más los aspectos reticulares y de recíproco condicionamiento de los factores antes enunciados, por lo que la metáfora ecológica sigue siendo de gran utilidad.

Por otro lado, usar la metáfora de la «red» o del «ecosistema» no significa que «todo es lo mismo» o que «todo está en el mismo nivel»: en cualquier sistema ecológico hay jerarquías, pirámides alimentarias y el pez grande se suele comer al chico… o sea, la metáfora del ecosistema no debería llevarnos a pensar en un sistema paradisíaco. En los ecosistemas hay conflicto y lucha por la supervivencia. En el ecosistema de los medios se están desarrollando luchas por la supervivencia que no tienen nada que envidiarle al famoso vídeo de la batalla de Kruger: basta ver lo que pasó en el sector discográfico o lo que está sucediendo con el mercado audiovisual para tener una idea de las dinámicas y conflictos que atraviesan al ecosistema mediático.

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