Descoordenadas narrativas para el presente expandido.

Autora invitada: Carina Maguregui

Carina Maguregui es escritora. Formada como bióloga, trabajó con pingüinos magallánicos y desde hace años recorre los vericuetos de la comunicación y la narrativa. Junto a ella y Alejandro Piscitelli publicamos en 2011 Lostología. Estrategias para entrar y salir de la isla.

Año 2020, gran parte de la actividad humana en el planeta está “en pausa”. Cuarentenas administradas y distanciamiento social, generan la sensación de vivir un presente expandido. A la abstinencia de devenir, se contrapone la proliferación de narrativas todo terreno. Como si una alerta global indicara: en caso de emergencia semiótica ¡rompa el vidrio y narre! ¿Lograremos relatos acordes a estos tiempos?

La pregunta me hace revisitar Catatau, novela-idea de Paulo Leminski publicada en 1975, cuya hipótesis es: ¿y si René Descartes hubiese viajado a Brasil con la comitiva de Mauricio de Nassau?

En el ensayo «Descoordenadas artesianas», incluido en el libro, Leminski explica:

La intuición básica de Catatau me vino, en 1966, durante una clase de Historia de Brasil, cuando estaba dando las Invasiones Holandesas y el intento de establecimiento de los holandeses de la Compañía de las Indias Occidentales en Pernambuco y adyacencias (24 años, de 1630 a 1654). Hablé del esfuerzo del Príncipe Mauricio de Nassau, Director de la Compañía de Brasil, en traer hacia acá sabios, cartógrafos, pintores, talentos (…) para mapear cielos y tierras, flora y fauna, gentes y usanzas de la Nueva Holanda que luego sería, en holandés, el “verzuymt Brazilien”, el perdido Brasil para siempre. (…) De repente, el chispazo: ¿y si Descartes hubiese venido a Brasil con Nassau, a Recife/Olinda/Vrijburg/Freiburg/Mauritzstadt, él, Descartes, fundador y patrono del pensamiento analítico, apoplético en las entrópicas exuberancias enmarañadas del trópico? (p. 219)

La novela es fascinante, Descartes aparece -de pronto y sin explicación- sumergido en la viscosidad del calor. Como si el estallido tropical no bastara, las hierbas alucinógenas del lugar hacen lo suyo y René comienza un tour de force que lo dejará al borde de la despersonalización.

Performance barrocodélica

Descartes navega un multiverso inconcebible, impregnado de olores hipnóticos y «bichos” extraños. Monos, carpinchos, perezosos, tamandúas, papagayos y hormigas discurren a su alrededor. ¿Cómo mensurar semejantes rarezas? El pensador arrastra catalejos y lupas a través de geografías inéditas, de mercados, de estaciones de autobuses, de ciudades como Recife y Brasilia. Pero ningún método ni instrumento, alcanza. Descartes es seducido por la danza y tomado por el candomblé. En la Nueva Holanda, donde “los indios ¿piensan?”, toda narrativa de control se desmorona. Allí René, es un bicho más.

En Quince puntos en las íes, otro ensayo, Leminski (2014) dice:

Catatau busca captar, en vivo, el proceso de la lengua portuguesa operando. Y mostrar cómo, en el interior de la lógica todopoderosa, se esconde una inautenticidad: la lógica no es limpia, como pretende Europa, desde Aristóteles. La lógica de ellos, aquí, es una farsa, una impostura. Catatau quiere sentar bases de lógica nueva. Para el europeo, Brasil sonaba absurdo, absurdo que era necesario exorcizar a golpes de lógica, tecnología, mitología, represiones. (p.223)

Este narrar a golpe de lógica, predominante en los relatos COVID-19, pasa por alto que los virus, los priones, las bacterias, los hongos, los vegetales, los animales no humanos y los humanos somos parte de la misma narrativa. Compartimos ADN / ARN, hábitat, biósfera. No existe una “naturaleza” externa a nosotros. Si “intervenimos” ecosistemas, ineludiblemente NOS intervenimos. La del planeta es una historia compuesta por relaciones de dependencia, codependencia e interdependencia en constante variación.

El estar andino y el chuyma

Si volvemos la mirada sobre el relato de Leminski, notamos que en Catatau todo pareciera preguntar: ¿Qué percibimos de los modos de estar? ¿Cómo nos relacionamos con otros seres? ¿Qué territorios emergen? ¿Qué epistemologías se ponen en acto?

La narrativa de Catatau plasma un “presente que ocurre en el presenciar”, en el estar, y lo sostiene. En el ensayo Todos somos mortales, Rita Segato se refiere a las narrativas imperantes durante la pandemia:

Todas adolecen de la neurosis de control del Occidente en su empeño por encuadrar la historia en un rumbo previsible. Muestran la inculcada incapacidad de estar, evocando aquí el rescate de la potencia del tiempo en su fluencia emprendido por nuestro filósofo, Rodolfo Kush, cuando substituyó el ser heideggeriano por el estar andino.

Estar, sostener lo que sea necesario. ¿Cómo? Luego de un arrasador egotrip que trasciende el espacio/tiempo, Renatus Cartesius-así latinizaba su nombre- comienza a vibrar en otras frecuencias, alcanzando un ritmo diferente.

Siguiendo una conversación de Silvia Rivera Cusicanqui y Verónica Gago, diríamos que Cartesius supera los esquemas dualistas, para conocer de otra forma. “Se trata de conocer con el chuyma que incluye pulmón, corazón e hígado. Conocer es respirar, latir y supone un metabolismo y ritmo “acordado” con el cosmos”.

La relación de Cartesius consigo mismo, con los demás seres, con la gravedad, con el aire, con el agua, con el cosmos… cambia. Cambia porque caduca la visión racional del mundo para dar lugar a la mirada multisensorial. Esta mirada, re-distribuye el espacio en narrativas complejas y no en coordenadas euclidianas.

Conversaciones a prueba de bucles

La evolución de las narrativas complejas es multicausal y dinámica. Corrupción, extractivismo, hiperconsumo, contaminación, expulsión, hacinamiento, manipulación, hiperconexión y mediatización son -solo algunas- de las múltiples variables que configuran la narrativa global.

Más allá de las particularidades locales y regionales, el presente expandido se perfila con la forma de emergencias a repetición. Ahora es el coronavirus, hoy-mañana-pasado crisis económicas catastróficas, en cinco años el colapso de los sistemas socio-políticos, en veinte el aumento crítico de la temperatura y así podríamos seguir especulando. ¿Cuáles son las narrativas para atravesar la cronicidad?

Con el perdón de Leminski, prolongaré la existencia ucrónica de Descartes -unos instantes- para relocalizarlo en nuestros días. Imagino a Cartesius liberado del formato monológico y volcado a las conversaciones. “Lenguajeando” con Humberto Maturana, conversando con Donna Haraway sobre cómo sobrevivir con la Tierra y haciendo zoombombing en las reuniones de especistas. ¡Los murciélagos no son una banda de criminales que trafica virus!

El paso por Catatau no fue en vano, la implosión del discurso individualista, agota la capacidad narrativa. Dónde está la potencia de fabulación sino en lo comunitario: nutriendo el desarrollo de micropolíticas colaborativas, haciendo red colectiva, tejiendo relaciones interdependientes, habilitando otros repertorios de la cotidianeidad, trazando itinerarios modestos y empáticos.

Podríamos ver a las conversaciones como narrativas performáticas; en ellas el lenguajear no se interrumpe, sino que avanza por enmiendas, no se detiene a corregir, co-construye y contribuye mientras produce. Así, conversar es una práctica política, material y sensible. Quizá sean estas conversaciones, las que broten del estar andino.

Nota

La imagen de Descartes en la selva pertenece a la película Ex Isto (2010) de Cao Guimarães (basada en Catatau).  Las otras provienen de una exposición de arte contemporáneo en Moscú y de dos pinturas de la National Gallery de Londres.

Referencias

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