Civilización y barbarie: narrativa transmedia, libros y nuevas experiencias.

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Entre los libros que leí en este verano europeo que se está acabando se produjo un involuntario cruce entre autores italianos que merece la pena de contarse. Por un lado me puse a leer Los Bárbaros. Ensayo sobre la mutación de Alessandro Baricco,  una obra altamente recomendable para entender las transformaciones culturales que afronta nuestra sociedad. El libro -que reposaba desde hace unos cuantos meses en mi lista/pila de lecturas pendientes- se basa en una serie de artículos publicados por Baricco en la prensa italiana, por lo cual su estilo es muy ameno y entretenido. Por otro lado, los «bárbaros» se cruzaron en mi campo de lectura con los «civilizados»: me refiero al libro Nadie acabará con los libros en el cual Jean-Philippe de Tonnac entrevista a dos bibliófilos mundialmente conocidos: Umberto Eco y Jean-Claude Carrière. Ambos libros terminaron generando un efecto cambalache y no nos queda otra salida que «ver llorar la Biblia contra el calefón»…

La civilización del libro

Los que en realidad lloran son Eco y Carrière: ambos reivindican la importancia del texto impreso y, en el caso de Eco, refuerzan sus argumentos recurriendo al diseño:

El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor. No se puede hacer una cuchara que sea mejor que la cuchara. El libro ha superado la prueba del tiempo. Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel, pero seguirá siendo lo que es.

Los argumentos de Eco y Carriére son los habituales en este tipo de discusión:

– El libro es superior a cualquier otro soporte o dispositivo de archivación textual eléctrico.

– El libro es fácil de transportar, liviano, y se puede anotar. El libro es un objeto tan evolucionado que, al igual que la rueda, no puede ser superado.

– Hoy podemos leer un libro impreso hace 450 años pero nos cuesta ver un CD producido hace una década … ¿Podremos leer los libros digitales en el futuro? Este argumento es muy interesante y lo retomaré en un post algún día.

La entrevista a Eco y Carriére comienza hablando de libros pero después se pierde en los meandros de la cultura, la literatura, la educación, el cine e Internet. Al final de sus vidas estas dos figuras de la cultura europea de la segunda mitad del siglo XX mapean un mundo donde, como decía M. Berman citando a Marx, «todo lo sólido se disuelve en el aire».

Las reflexiones sobre el futuro de sus bibliotecas personales -donde descansan incunables, códices manuscritos y volúmenes impresos conseguidos después de innumerables peripecias y desembolsos económicos- cierran este libro dedicado el futuro de los libros. Eco y Carriére hablan desde lo más alto de un pedestal construido de celulosa impresa cuyas bases comienzan a desintegrarse como las páginas de un viejo volumen…

Ahí donde Eco y Carriére ven decadencia y recuerdan con nostalgia un pasado en vías de extinción Baricco detecta la aparición de una nueva categoría: los bárbaros que avanzan.

Las invasiones bárbaras

Baricco -uno de los mejores escritores italianos de su generación, además de gran movilizador cultural- dice que…

«Los bárbaros llegan de todas partes. Y esto es algo que nos confunde un poco, porque no podemos aprehender la unidad del asunto, una imagen coherente de la invasión en su globalidad. Uno se pone a discutir acerca de las grandes librerías, de los fast food, de los reality shows, de la política en televisión, de los chicos que no leen y de un montón de cosas de este tipo, pero lo que no conseguimos hacer es mirar desde arriba y captar la figura que las innumerables aldeas saqueadas dibujan sobre la superficie del mundo. Vemos los saqueos, pero no conseguimos ver la invasión. Ni, en consecuencia, comprenderla.»

A través de una serie de micro-ensayos que marcan un sólido recorrido narrativo Baricco desgrana algunos ámbitos paradigmáticos -el fútbol, el vino, Google, los libros- donde los bárbaros hacen de las suyas. Según Baricco…

Los bárbaros utilizan el libro para completar secuencias de sentido que se han generado en otra parte. Lo que rechazan, lo que no les interesa, es el libro que remite, por completo, a la gramática, a la historia, al gusto de la civilización del libro: todo esto lo consideran algo pobre de sentido… Los bárbaros tienden a leer unicamente  los libros cuyas instrucciones de uso se hallan en lugares que NO son libros.

Baricco, a estas alturas, se encuentra a años luz de Eco y Carrière. Como podemos ver, uno de los temas más fascinantes del ecosistema mediático contemporáneo -las narrativas transmedia– también nos sirve para comprender las mutaciones en las prácticas de lectura e interpretación. Baricco pone a las narrativas crossmedia al centro de su reflexión sobre las prácticas de «lectura» de los bárbaros:

«Para los bárbaros la calidad de un libro reside en la cantidad de energía que ese libro es capaz de recibir desde las otras narraciones y de verter después en otras narraciones». Baricco resume sus ideas en una frase lapidaria: «ha cambiado la manera de adquirir experiencias».

Civilización y barbarie

Con este trabajo Baricco se confirma como uno de los más lúcidos analistas de la mutación cultural que estamos viviendo. A diferencia de sus apocalípticos y nostálgicos connacionales -pienso en Sartori, Simone y, en menor medida, Eco- Baricco traza algunas coordenadas para comprender el avance de las hordas bárbaras y sus nuevas formas de adquirir experiencias. Si Adorno y Horkheimer cometieron el pecado de mirar la cultura de masas con las anteojeras del siglo XIX, para entender la cultura bárbara debemos despojarnos de los prejuicios de la cultura letrada. Comprendo los discursos nostálgicos de una generación de intelectuales -¿la última?- que construyó su vida personal y profesional alrededor del libro impreso, pero la mirada crítica de Baricco nos obliga a pensar más allá.

Nota final: el 23 de octubre, en el BookCamp Barcelona 2010, discutiremos sobre estos temas. Los esperamos!

Bonus:

– Diálogo entre Alessandro Baricco y Claudio Magris.

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