What Technology Wants. Una reseña.

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Kevin Kelly es uno de los más grandes pensadores de las ciberculturas y, entre otras cosas, fundador de la revista Wired y autor de un maravilloso texto titulado Out of Control. Tuve la ocasión de charlar mucho tiempo con Kevin Kelly cuando nos visitó en el lejano 2007. En una de esas conversaciones me tomé el atrevimiento de interrumpir su discurso y decirle: «Pero te estás volviendo un determinista tecnológico!». Kelly me miró y simplemente respondió: «Sí». Tres años después de esas conversaciones, a finales del 2010, Kelly publica What Technology Wants y en cierta manera despliega a lo largo de 350 páginas los argumentos que sustentan su respuesta del 2007. A por ellos.

Si en Out of Control Kelly había trazado un impresionante mapa donde tecnología y sistemas biológicos se intercambiaban complejidades, emergencias y auto-organizaciones, en What Technology Wants el autor da un paso más y nos cuenta la vida del «Technium«. ¿Qué es el Technium? Pues «un sistema de creación que se auto-refuerza» formado por nuestras herramientas y artefactos tecnológicos; según Kelly a cierto punto de su evolución este sistema se vuelve «independiente» y «comienza a ejercer cierta autonomía» (p. 12).

En la primera de las cuatro partes del libro Kelly nos describe cómo en los últimos milenios se ha producido una aceleración del desarrollo tecnológico, un fenómeno que podría comenzar con la aparición del lenguaje, la agricultura y las primeras urbanizaciones hasta llegar en nuestros días a la difusión de la red y la manipulación genética. Esta parte del libro está muy marcada por autores como Jared Diamond. A través de ejemplos y tablas Kelly demuestra la aceleración del Technium y cómo nuestros genes han coevolucionado con nuestras invenciones. «No somos los mismos tipos que abandonamos África. En los últimos 100.000 años nuestros genes han evolucionado 100 veces más rápido que la media de los 6 millones de años anteriores» (p. 37). Cabe agregar que algunas de estas ideas ya las habían expresado investigadores como Bob Logan o Brian Arthur en sus trabajos sobre lenguaje, biología y evolución tecnológica.

En breve: Kelly ve al sistema tecnológico como un ser vivo que evoluciona y está sometido a las leyes de la complejidad y la auto-organización. En este sentido Kelly integra la evolución tecnológica dentro de un proceso evolutivo mayor que comienza en el Big Bang y la aparición de las primeras moléculas replicables. En este contexto la World Wide Web sería un momento más de esa evolución del Technium. Polémico, no?

La segunda parte del libro está dedicada a procesos como la explosión de la población mundial y el desarrollo urbano, una condición fundamental para el intercambio acelerado de ideas y la innovación. Kelly retoma las teorías de la “evolución convergente” –que sostiene la existencia de patrones evolutivos comunes y predeterminados (por ejemplo las ballenas y los peces han desarrollado aletas de manera independiente)- y las aplica a la tecnología. También en el Technium hay “convergent evolution”:

La tecnología se basa en la misma química y física de la vida, y además, algo más importante, (…) el technium está limitado por las mismas constricciones que guían la evolución de la vida. El technium no puede producir todas las invenciones imaginables ni todas las posibles ideas. Más bien el technium está limitado en muchas direcciones por las constricciones de la materia y la energía (p. 119).

A esta inevitabilidad estructural se deben sumar los procesos de adaptación funcional y las constricciones históricas (contingentes). O sea: Kelly defiende la  inevitabilidad en el desarrollo tecnológico. Por ejemplo: una vez inventado el tren a vapor y el motor eléctrico, la invención del tren eléctrico era inevitable. Como las especies biológicas, las especies tecnológicas se hibridan –con mucha mayor libertad porque no están sometidas a las leyes del DNA- y generan nuevas tecnologías. Si “rebobinamos y volvemos a apretar el ‘play’ de la historia, la misma secuencia de invenciones debería repetirse en una secuencia similar cada vez que la reproduzcamos” (p. 133)

Kelly sostiene su hipótesis en varios ejemplos, desde la invención simultánea del teléfono por  investigadores que trabajaban en paralelo hasta el desarrollo –también paralelo y simultáneo- de las bombillas eléctricas. Hace unos siglos muchas comunidades tradicionales en África, América, Asia y Polinesia desarrollaron tecnologías similares sin que existiera un contacto entre ellas. También Hollywood parece seguir los mismos patrones cuando, en un mismo período, se desarrollan historias paralelas (Deep Impact / Armaggedon, A Bug’s Life / Ants, etc.). Kelly habla en todos estos casos de un “universal path” que predeterminaría el desarrollo tecnológico (p. 152).

Kelly muestra en el libro cómo la tecnología ha acelerado su evolución. Los chips bajan su costo al mismo tiempo que aumentan sus prestaciones, las memorias incrementan su capacidad de contener datos mientras sus precios se reducen… La famosa Ley de Moore, al acelerar la industria de la computación, termina imprimiendo su dinámica al resto de la economía y tecnologías (Cap. 8).

Esto nos lleva nuevamente a uno de los puntos claves del libro: la inevitabilidad de los desarrollos tecnológicos. Primero vino el fuego, después el metal, a continuación la electricidad… Esta evolución se rige sobre tres grandes fuerzas:  las leyes físicas y de la auto-organización (fuerza estructural), la innovación que introduce el Homo Sapiens (fuerza intencional) y las contingencias históricas. Esto no significa que la tecnología puede ser matemáticamente anticipada, sino que existen direcciones precisas de desarrollo que facilita la realización de predicciones (p. 185). En este contexto

los humanos somos al mismo tiempo maestros y esclavos del Technium, nuestro destino es permanecer en este poco confortable doble rol… El Technium es una fuerza global más allá del control humano que parece no tener límites (p. 187-197).

Según Kelly estamos viviendo un momento clave en la historia tecnocultural del Homo Sapiens:

Hace unos 10.000 años la humanidad superó un punto de inflexión donde nuestra habilidad para modificar la biosfera excedió la habilidad del planeta para modificarnos. Ese umbral fue el comienzo del Technium. Ahora estamos en el segundo punto de inflexión, donde la habilidad del Technium para modificarnos supera nuestra capacidad de alterarlo (p. 197).

Estos procesos generan todo tipo de acciones, desde violentas cruzadas anti-tecnológicas como la de Unabomber hasta comunidades que hacen un uso muy «filtrado» de la tecnología como los Amish. Kelly dedica un par de capítulos para analizar estas prácticas marginales pero que nos dicen mucho de los cambios que estamos viviendo.

Kelly acompaña su discurso con gráficos que permiten visualizar esos cambios. Por ejemplo en el capítulo 12 nos sorprende con una infovisualización que demuestra cómo, a lo largo del último milenio, se ha reducido el tiempo de las prohibiciones tecnológicas (armas de fuego en el Japón de los samurais, el lobby de los escribas frenando la llegada de la imprenta en París, etc.):

A medida que la tecnología se acelera, se reduce la duración de las prohibiciones (…) Las tecnologías pueden ser pospuestas, no detenidas (p. 243).

El desarrollo tecnológico también trae sus efectos colaterales. Para Kelly cuanto más grandes son las promesas de una nueva tecnología, mayor es su potencial para generar algún tipo de daño. De frente a este panorama Kelly propone cinco principios o guías para la acción:

– Anticipación (construcción permanente de escenarios);

– Vigilancia eterna (nunca bajar la guardia);

– Priorización de los riesgos;

Corrección de los errores;

– Eliminación de las prohibiciones (para privilegiar las re-direcciones).

De frente a tanto tecno-determinismo, Kelly juega todavía un par de cartas a favor de la intervención humana:

La evolución de las nuevas tecnologías es inevitable; no podemos pararla. Pero el carácter que adquiera cada tecnología depende de nosotros (p. 265)

Sin embargo en las páginas de What Technology Wants son más los momentos donde predominan las fuerzas y «tendencias cósmicas» (Kelly dixit) de frente al libre albedrío de los humanos.

Después de haber pasado revista a los principales contenidos e ideas del libro nos acercamos a última sección. Ahí Kelly marca los conceptos claves para entender la evolución del Technium:

  • Complejidad: la tecnología, al igual que el mundo físico y biológico, evoluciona siempre hacia formas más complejas.
  • Diversidad: la tecnología, al igual que el mundo biológico, evoluciona siempre hacia una mayor diversificación de especies.
  • Especialización: la tecnología, al igual que el universo, se mueve desde lo general hacia lo específico.
  • Ubicuidad: tanto las especies biológicas como tecnológicas tienden a ocupar todo el espacio (mientras los recursos existentes y la competencia de otras especies se lo permiten).
  • Libertad: a mayor complejidad, mayor cantidad de opciones entre las que se debe elegir.
  • Mutualismo: la simbiosis y la coevolución afectan a la vida orgánica y tecnológica.
  • Belleza: las cosas más evolucionadas son hermosas, y las más hermosas son las más evolucionadas.
  • Conciencia: las mentes descentralizadas abundan en la naturaleza (hormigas, plantas, etc.). El Technium, con sus 2.700 millones de dispositivos móviles y miles de millones de páginas webs, sigue los mismos pasos.
  • Estructura: la información es lo que más crece en el mundo. Es una estructura acumulativa de una complejidad creciente.
  • Evolucionabilidad: la evolución genera más evolución. Al aumentar la complejidad y la diversidad de los sistemas se incrementa la evolución.

Ahora, después varios cientos de páginas, llegó el momento de tomar distancia y reflexionar un poco sobre las ideas que Kevin Kelly nos propone. Cuando comencé este triple post hice referencia a una charla con Kelly durante la eWeek 2007. Creo que su planteo se acerca al de otro invitado de lujo que tuvimos en el 2006: Pierre Lévy. En su conferencia (ver vídeo + post) el filósofo cibercultural propuso el concepto de «noosfera» para referirse a una nueva fase superior a la «biosfera» inspirada en el filósofo Teilhard de Chardin. Una visión en el fondo optimista, entendida como un proceso de ascensión o mejoramiento constante, y fundada en una teleología tecnológica. En una reseña del libro de Kelly Susan Gilman habla de «tecno-evangelismo».

Tengo la impresión de que Kelly también navega en las mismas aguas. Si bien su discurso se funda en una potente combinación de Darwinismo, complejidad y auto-organización, por momentos el libro nos suma a una gran narración que comienza con el Big Bang y llega hasta el iPhone. ¿No habían muerto las grandes narraciones durante el reinado del post-modernismo (Lyotard)? Ahora están de vuelta… Según Cory Doctorov:

Anyone who attempts to assemble a coherent narrative that starts with the Big Bang and ends in the infinite future is bound to say some things I disagree with.

Desde una perspectiva científica pura y dura, el texto de Kelly es débil. El libro presenta muchos ejemplos pero son pocos los estudios sólidos que sostengan los pilares de su discurso. Por ejemplo Kelly podría haber buscado argumentos en obras como Technological Innovation as an Evolutionary Process de J. Ziman. Según el experto en ecología y evolución Jerry Coyne

Kelly’s theory lacks a solid foundation, his predictions and prescriptions for technology are inevitably somewhat of a letdown (…) If the analogy between biology and technology fails, so too does his Theory of Everything.

A pesar de estas críticas todos los reseñadores -me sumo al coro- reivindican la capacidad de Kelly para proponer un cuadro general y promover una visión integrada de los fenómenos biológicos y tecnológicos. El libro nos obliga a pensar, a buscar links y a lo largo de las páginas Kelly nunca pierde la capacidad de sorprendernos con algún dato o interpretación. Debemos recordar también que Kevin Kelly es un autodidacta, un intelectual sin formación académica con una enorme capacidad para absorber y sintetizar conocimientos provenientes de todos los rincones de la cultura humana.

Cuando comencé a escribir esta reseña en los países árabes crecía la demanda de cambios políticos y estallaban las movilizaciones en las calles. El debate no tardó en propagarse por los medios y las redes sociales: ¿Hasta dónde esas movilizaciones eran consecuencia de las nuevas formas de comunicación colaborativa? (ver mi post ¿Cerca de la revolución? Las redes sociales salen a la calle). ¿La tecnología “quería” democracia? Dos semanas más tarde una combinación de desastres naturales desató la crisis nuclear en Japón. En este caso la tecnología aparecía como verdugo de la humanidad. ¿La tecnología “quería” castigarnos? Las respuestas son complejas y libro de Kelly es un intento por responder a estas preguntas.

Si se han deprimido leyendo You Are Not a Gadget (Jaron Lanier) o The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains (Nicholas Carr), What Technology Wants es la mejor medicina. El libro ofrece una visión polémica pero, como siempre, el hecho de que genere nuevas preguntas y debates es lo que más se agradece a cualquier texto.

One Comment

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  1. Gracias Carlos por tu reseña, estaba a la mitad del libro cuando encontré que era una tortura seguir, pero ¿qué le sucedió al autor de Inevitable?, esperemos que vuelva pronto.
    Saludos

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