Entrevista en revista MATRIZes: ecología, interfaces y transalfabetismos.

A finales del año pasado me entrevistó Fernanda Pires de Sá, investigadora del programa Juan de la Cierva que integra nuestro grupo MEDIUM en el Departamento de Comunicación de la UPF-Barcelona. La entrevista fue originalmente publicada en inglés y portugués por la revista MATRIZes de la Universidade de São Paulo. Es la segunda vez que esta publicación me entrevista -la primera vez fue en el 2011- y siempre es un placer compartir reflexiones con una de las revistas de comunicación más destacadas de América Latina. En esta última década MATRIZes ha hecho un trabajo excepcional no solo para difundir la producción de los investigadores brasileños sino también para abrir conversaciones con la investigación más destacada del circuito internacional. Por otra parte, la serie de artículos sobre «Novas perspectivas en Teorias da Comunicaçao» que se viene publicando desde hace algún tiempo no tiene desperdicio.

Buena lectura (!Y gracias Fernanda por las preguntas!)

Hace siete años, el profesor e investigador Carlos A. Scolari, de la Universitat Pompeu Fabra-Barcelona, concedió una entrevista a la revista MATRIZes. En aquella época, el foco de la entrevista se situó sobre las narrativas transmedia (transmedia storytelling) y medios digitales interactivos desde una perspectiva semiótica. En el período de tiempo entre la presente entrevista y la anterior, la ecología de los medios ha evolucionado de forma acelerada. A partir de la creciente plataformización de nuestras sociedades (VAN DIJCK et al., 2018), se generan datos que pueden poner nuestra privacidad en riesgo y crear ansiedades (PINK et al., 2018). Con ello surge la necesidad de promover una educación mediática para aprender a moverse en el contexto social, político, cultural y educativo en que vivimos.

Desde la entrevista concedida en 2011, Carlos Scolari ha publicado una gran variedad de artículos en revistas internacionales y más de quince libros donde analiza la ecología de los medios, las interfaces y la alfabetización transmedia. Además, Carlos A. Scolari ha sido el investigador principal de proyectos financiados por el programa Horizon 2020 de la Unión Europea y por el Ministerio de Economía y Competitividad de España. Ambos proyectos abordaron los procesos de enseñanza-aprendizaje transmedia en ambientes informales y utilizaron metodologías etnográficas (virtuales y presenciales); el proyecto Transmedia Literacy abarcó ocho países mientras que el proyecto Transalfabetismos fue realizado en cinco comunidades autónomas españolas (lo que correspondería en Brasil a los estados federativos).

En esa nueva entrevista concedida para la revista MATRIZes en Barcelona, Carlos A. Scolari responde a preguntas sobre los proyectos de alfabetización transmedia dentro la nueva ecología comunicativa y sobre las interfaces, tema de su último libro.

MATRIZes: En Brasil eres muy conocido por temas relacionados con las narrativas transmedia, pero a lo largo de estos últimos años has trabajado otros temas como el alfabetismo transmedia (transmedia literacy) en dos proyectos de investigación que lideraste: Transmedia Literacy y Transalfabetismos. ¿Puedes describir cómo fue el proceso que os llevó de las narrativas transmedia hacia el alfabetismo transmedia?

CAS: Si tenemos en cuenta que “transmedia” es un adjetivo que puede acoplarse a diferente procesos o prácticas (es así que se habla de “narrativa transmedia”, “periodismo transmedia”, “documental transmedia”, etc.), la primera reflexión fue: ¿cómo debería ser un proceso educativo transmedia? Este cruce entre la lógica transmedia y las prácticas educativas nos llevó a desarrollar otros conceptos y a interesarnos por otro tipo de procesos. En primer lugar, afinamos el concepto de “transmedia literacy” para hacer referencia a un conjunto de habilidades y competencias desarrolladas en el ámbito informal, en las llamadas “culturas colaborativas”. Entre las competencias transmedia podemos mencionar desde la habilidad para retocar una foto en Instagram hasta superar un nivel en un videojuego, gestionar la propia identidad en las redes o escribir y compartir una fanfiction. Por otra parte, nos interesaba saber cómo se adquieren esas competencias. Evidentemente, en las escuelas no se enseña a videojugar o hacer un meme… De estas primeras reflexiones nacieron ambos proyectos. Las preguntas de investigación que nos hicimos fueron: ¿Qué están haciendo los jóvenes con los medios?¿Cómo aprendieron a hacer esas cosas? Después de tres años de investigación hemos generado un mapa con 44 competencias transmedia de primer nivel y 190 de segundo nivel. También hemos identificado las principales estrategias de aprendizaje informal que utilizan los adolescentes (learning by doing, learning by playing, learning by teaching, etc.). Más allá de estos resultados de la investigación, también queríamos realizar alguna contribución al cambio educativo. En este sentido, hemos creado un Kit del Profesor con más de 80 actividades didácticas para que los docentes puedan “explotar” esas competencias desarrolladas por los jóvenes en entornos informales dentro del aula.

MATRIZes: ¿En que se diferencia el alfabetismo transmedia de otros tipos de aprendizaje mediático?

CAS: La gran diferencia entre la transmedia literacy y las concepciones tradicionales de media literacy es la siguiente: nosotros no interpelamos a los sujetos (en este caso los jóvenes) ni como ignorantes (analfabetos) ni como víctimas de los new media. Los interpelamos en tanto prosumidores, sujetos que en mayor o menor medida producen o contribuyen a hacer circular contenidos en las redes. Obviamente, hay jóvenes que tienen muchas competencias transmedia y otros muy pocas. O sea, no hay “nativos digitales”: lo que sí hay es una topografía muy variada donde esas competencias están distribuidas de manera bastante irregular. A través del Kit apuntamos a democratizar y socializar esas competencias dentro del aula. En breve: se trata de pasar de lo informal a lo formal, recuperando y aprovechando dentro de la escuelas esos saberes desarrollados de manera casi “salvaje” en las redes sociales y entornos colaborativos digitales. Esto no implica que se deban abandonar las formas tradicionales de media literacy; la transmedia literacy las complementa y expande con nuevas prácticas y concepciones.

MATRIZes: ¿Cómo trabajaste el alfabetismo transmedia en tus recientes proyectos de investigación? ¿Tuviste en consideración aspectos de seguridad en Internet? ¿Pudiste trabajar sobre el fenómeno reciente de las fake news?

CAS: Entre las competencias transmedia hay un conjunto de competencias vinculadas al riesgo y la prevención. Al igual que las otras competencias, también están distribuidas de manera irregular, o sea, no todos los jóvenes eran conscientes de su existencia. Por ejemplo, puede pasar que una adolescente no es muy consciente de los riesgos que implican las redes sociales pero tiene muy buenas competencias a nivel de manipulación de la imagen. Por otro lado, podemos encontrarnos con un joven muy consciente de los riesgos que implica la difusión de la información pero no domina bien la producción de contenidos en formato vídeo… Respecto al tema de las fake news, fue incorporado en algunas de las actividades didácticas que forman parte del Kit. En nuestro canal de Youtube tenemos un vídeo realizado en Portugal donde se presenta una actividad didáctica y un debate muy interesante entre los alumnos sobre las fake news.

MATRIZes: Ante la nueva ecología de los medios, ¿cuáles competencias consideras más relevantes en el contexto actual?

CAS: Como dije antes, no nos interesaba conocer el “nivel promedio” de alfabetización digital o mediática de los adolescentes sino construir un mapa de competencias lo más completo posible. Hasta ahora uno de los trabajos de referencia había sido desarrollado por Henry Jenkins en 2006 y en él se habían identificado unas diez competencias. Nuestro mapa amplió y especificó mucho más esa primera investigación que nos sirvió de inspiración. Resulta muy difícil decir cuáles son las más relevantes, todo depende del rol que asumen los sujetos en las redes sociales y en los nuevos entornos de socialización: si es un rol muy activo –pienso en los jóvenes que gestionan canales de vídeo en Youtube, escriben fanfiction en Wattpad o son muy activos en Instagram. Seguramente las competencias relativas a la producción o la gestión de contenidos son muy importantes. Respecto a las competencias vinculadas al riesgo y la prevención, deberían ser las más difundidas dado que afectan a todos los usuarios, incluso a los que no generan contenidos y solo se limitan a consumirlos o reproducirlos.

MATRIZes: En el libro blanco del proyecto Transmedia Literacy titulado Alfabetismo transmedia en la nueva ecología de los medios (SCOLARI, 2018a), afirmas que, aunque en las dos últimas décadas las instituciones educativas realizaron grandes esfuerzos para adaptarse a los cambios sociotecnológicos, todavía se percibe que las prácticas de los jóvenes relacionadas con la tecnología y los medios digitales ocupan una posición muy marginal dentro de los procesos educativos. Basándote en tu experiencia, ¿qué crees que podría hacerse para reducir la brecha de conexión entre las prácticas tecnomediáticas de los jóvenes en espacios formales e informales?

CAS: Hay que dejar de estigmatizar esas prácticas y considerarlas una pérdida de tiempo. En las nuevas plataformas, desde los videojuegos hasta las redes sociales, los jóvenes están aprendiendo a hacer muchas cosas. En vez de prohibir su uso, pienso en los dispositivos móviles, se les debería integrar en los procesos educativos. La escuela es muy reacia a lo tecnológico… ¡Pero las aulas siempre estuvieron llenas de tecnologías, desde el libro hasta la pizarra o los mapas! Ante la llegada de las “nuevas tecnologías”, la escuela siempre se cierra y tarda mucho tiempo en adoptarlas. Pasó con el vídeo, pasó con la calculadora y ahora está pasando con las redes digitales y los dispositivos móviles. Ahora bien: es ilusorio pensar que los problemas de la educación se solucionan simplemente metiendo “nuevas tecnologías” dentro del aula. Como decía Paulo Freire, lo que hay que cambiar son las relaciones entre los actores de los procesos educativos, pasar del monólogo al diálogo. Creo que algunas tecnologías digitales, bien utilizadas, pueden facilitar ese diálogo. Pero también pueden terminar reproduciendo la clásica educación bancaria y autoritaria que Freire criticaba.

MATRIZes: El año pasado, en tu blog Hipermediaciones, escribiste sobre la presentación “Transmedia is dead. Long live transmedia!” que hiciste en la Transmedia Earth Conference: Global Convergence Cultures, realizada en Medellín (Colombia). En esa publicación reflexionabas sobre el hecho de que el término «transmedia» está siendo cada vez más utilizado, muchas veces de forma inadecuada…

CAS: Los conceptos tienen un ciclo vital. En los años 1990, revolución digital de por medio, se popularizaron muchos conceptos como “hipertexto”, “realidad virtual” o “multimedia”. Veamos el caso de “multimedia”. A principios de esa década sonaba como un concepto muy moderno y cool; muy pocas empresas producían comunicación “multimedia” y era un factor diferencial en el mercado profesional. Ahora bien, hacia el año 2000, casi todas las empresas ofrecían “multimedia” a sus clientes y el concepto comenzaba a sonar viejo… Es muy probable que el concepto de “transmedia” siga un recorrido similar en el mundo profesional: si bien algunas empresas pioneras comenzaron en estos años a diferenciarse produciendo comunicación “transmedia”, dentro de poco me temo que todas las empresas y profesionales terminarán ofreciendo lo mismo… Y un nuevo concepto llegará al mundo profesional. En ese momento se dará por sobreentendido que todas las producciones serán transmedia, o sea, contarán un relato en muchos medios y plataformas con la complicidad de los usuarios. En el ámbito académico el ciclo vital es más lento. Si bien hay modas teóricas, el concepto de “transmedia” seguirá siendo utilizado y no descarto que dentro de 40 o 50 años todavía hayan tesis doctorales donde se investiguen formas de comunicación transmedia.

MATRIZes: En esa publicación también llamas la atención sobre una problemática: gran parte de los comunicadores, tanto del ámbito académico como del profesional, están formados de manera monomediática, dificultando la realización de proyectos de gran innovación que sean realmente transmedia (Scolari, 2017).

CAS: En las facultades de comunicación hay talleres de escritura, de radio o vídeo, pero en muchos casos no confluyen, quedan aislados. Lo ideal sería crear espacios de integración – que podrían denominarse “talleres de comunicación transmedia” – donde todos esos conocimientos y experiencias confluyeran en una única estrategia. En la Universitat Pompeu Fabra tenemos un taller integrado de periodismo que se plantea como una “redacción integrada” donde los estudiantes generan contenidos para diferentes medios y plataformas. En cierta forma, funcionan como un taller de comunicación transmedia… Por otro lado, también es necesario aprender a movilizar a los usuarios y a gestionar sus contenidos. No basta con “abrir una página en Facebook”: un comunicador debe saber diseñar una estrategia, promover la participación, gestionar la comunidad y evaluar los resultados. Para llevar adelante todos esos procesos es necesario dominar un amplio espectro de competencias; obviamente, en proyectos de gran envergadura todos estos aspectos son responsabilidad de varios profesionales. En ese caso, el comunicador debería saber coordinarlos para que funcionen de la mejor manera posible.

MATRIZes: En tu último libro. titulado Las Leyes de la Interfaz, utilizas una analogía con las leyes naturales para hablar de fenómenos tecnosociales que vienen ocurriendo gracias a la evolución de la tecnología y sus usos. El libro se organiza a partir de diez leyes de la interfaz. A mí me llamó la atención que en la novena ley, “El diseño y uso de una interfaz son prácticas políticas”, afirmas que los partidos políticos, los mercados y sindicatos son interfaces, y que sus interfaces deberían ser rediseñadas, lo cual también incluye la escuela y la universidad (SCOLARI, 2018b:139). ¿Nos puedes hablar de estas interfaces y de cómo rediseñarlas, particularmente las interfaces educativas y políticas?

CAS: Este libro es en cierta manera la continuación de otro que publiqué en 2004: Hacer Clic. Si en ese primer volumen analizaba las interacciones digitales desde una perspectiva micro donde se cruzaban la semiótica y las ciencias cognitivas, en Las leyes de la interfaz propongo una mirada macro inspirada en autores como por ejemplo Bruno Latour, Kevin Kelly, Stuart Kauffman, Brian Arthur, Marshall McLuhan o George Basalla. Todos ellos se interesaron por la evolución tecnológica y las mutaciones en los procesos de diseño, producción y uso de los dispositivos. Mi intención en este volumen es ir mucho más allá de la clásica “interfaz de usuario” y llevar el concepto a otro nivel. Si la interfaz, como sostengo, es una “red de actores tecnológicos y humanos –individuales e institucionales- que interactúan y mantienen relaciones”, entonces podemos considerar que la escuela, la universidad, los sindicatos, los mercados, la gastronomía o los partidos políticos son interfaces. Estas interfaces están en crisis en casi todas las sociedades, basta pensar en la escuela o los partidos políticos… En ambos casos se trata de interfaces creadas durante la Modernidad, tanto la escuela pública como la democracia representativa provienen del siglo XVIII. Desde mi perspectiva, estas interfaces están desfasadas, fueron creadas para una sociedad industrial que está en vías de extinción. O sea, necesitamos rediseñar las interfaces educativas y políticas. ¿Cómo se rediseña una interfaz? Bueno, en primer lugar se deberían analizar quiénes son los actores que la componen y mapear sus relaciones. A partir de ahí, el juego consiste en introducir cambios en los actores (sustitución de actores, inclusión de nuevos actores, etc.) y en las relaciones. Así funciona la innovación en la red sociotécnica: a partir del ensayo/error. Se trataría de pensar nuevos modelos políticos o educativos a nivel micro y, si funcionan, escalarlos para llevarlos a un nivel macro. En cualquiera de los dos casos está claro que no basta introducir una nueva tecnología para cambiar una interfaz política o educativa. O sea, no basta adoptar el voto electrónico o una laptop dentro del aula para cambiar la interfaz. ¡La tecnología es solo un actor más! Hay que tener una visión global de la interfaz, incluyendo a todos los actores y sus respectivas relaciones, y operar en consecuencia.

MATRIZes: Al hablar de interfaces el tema de la transparencia es esencial, tanto en términos de diseño cuanto en experiencia de usabilidad. En la Segunda Ley, «Las interfaces no son transparentes», sostienes que los diseñadores persiguen el ideal de hacer interfaces completamente transparentes. Por otro lado, explicas que detrás de esa aparente transparencia se ocultan los procesos y operaciones de una máquina. Sabemos que las grandes corporaciones, detrás del concepto de transparencia, esconden procesos algorítmicos y de extracción de datos de los usuarios (Araújo; Pires de Sá, 2016; Bucher, 2012), creando de hecho una caja negra (black box) (Pasquale, 2015). ¿Nos puedes decir algo más a respecto a esa tensión entre transparencia y opacidad en el desarrollo y uso de las interfaces?

CAS: La transparencia de las interfaces fue el gran tema de mi tesis doctoral y del libro Hacer Clic (2004). Cuando Jeff Han presentó en 2006, en una conferencia TED, la revolucionaria interfaz multitouch (que un par de años más tarde encontraríamos en todos los dispositivos móviles), en un momento explica al público que “la interfaz ha desaparecido, es transparente”. Esa “transparencia” no es más que un efecto de sentido: las interfaces, como los lenguajes, ¡nunca son transparentes! Esa interacción fluida y “natural” no es otra cosa que el resultado de un conjunto de dispositivos, algoritmos y sensores que terminan generando un efecto de transparencia. Si llevamos esta lógica un poco más allá, las redes sociales más populares han simplificado mucho las interacciones hasta volverse casi transparentes mientras extraen y procesan miles de datos personales. O sea, lo que parece “transparente” en realidad no es otra cosa que un dispositivo muy opaco, máquinas extractivas de información personal y social que alimenta el modelo de negocios de un puñado de corporaciones.

MATRIZes: En la Séptima Ley, “Si una interfaz no puede hacer algo, lo simulará”, nos das ejemplos de cómo muchas interfaces imitaron a otras en determinados momentos históricos, como es el caso de la televisión y el cine, la World Wide Web y la televisión y, ahora, la televisión imitando las lógicas de las plataformas de redes sociales. Sin embargo, vemos interfaces que imitan las noticias de forma falsa (fake news) e influyen en la manera como los jóvenes se informan (MARCHI, 2012), en los procesos políticos y hasta en cuestiones de salud pública. También vemos chatbots en redes sociales que son fruto de diseñadores e ingenieros que trabajan con inteligencia artificial, y esos mismos bots pueden llegar a comportarse imitando lo peor del ser humano, como fue un caso del chatbot desarrollado por Microsoft llamado Tay (VINCENT, 2016), que al cabo de unas horas pasó a hacer tweets racistas y misóginos. ¿Cómo crees que podríamos luchar de manera eficaz para que interfaces como estas no sean vistas como un modelo a seguir y para evitar que se consoliden como espacios legítimos de interacción?

CAS: Debemos aprender a movernos en este nuevo ecosistema mediático. Los fenómenos que mencionas no son otra cosa que una primera ola de un conjunto de tecnologías que ya están entrando en el mercado, desde la Inteligencia Artificial hasta la Internet de las Cosas o las interfaces vocales. En este sentido, la (trans)media literacy sigue siendo central: debemos incluir en todos los niveles de la educación espacios destinados a la formación en medios y con medios. La mejor forma de operar no es prohibiendo el uso de los dispositivos sino aprendiendo su funcionamiento, riesgos y ventajas.

MATRIZes: Actualmente es innegable que las interfaces conforman un ecosistema (ley número 3 de tu libro), vemos eso todos los días en nuestros aparatos móviles y en las aplicaciones, en las redes sociales que dialogan entre si y hasta se reinventan por la interacción con otras interfaces y con el uso que la sociedad hace. En ese escenario vemos algunos nombres de grandes corporaciones estadounidenses que son parte de nuestro día a día, desde Facebook hasta Google, Apple, Amazon o Microsoft. ¿Como ves el papel en ese ecosistema de las corporaciones orientales de China como Huawei, Xiaomi, o la empresa coreana Samsung?

CAS: He tenido la suerte de visitar hace pocas semanas la ciudad de Shenzhen invitado por la empresa Huawei. Hace tres décadas esta ciudad era un pequeño pueblo de pescadores. Hoy Shenzhen tiene más de 15 millones de habitantes, es considerada el “Silicon Valley” de China y atrae a miles de profesionales desde todas las regiones de China y del mundo. Como escribí en mi blog, no es necesario ser un experto en economía global o historia de las civilizaciones para descubrir que el eje de nuestro planeta se está moviendo de Oeste a Este. La hegemonía del pensamiento occidental, su primacía tecnológica y la expansión del capitalismo europeo desde el siglo XV han marcado el ritmo de los cambios mundiales. Ahora eso se acaba. En la segunda mitad del siglo XX, mientras China comenzaba a salir de su encierro, Japón se lamía las heridas de la guerra y la India lidiaba con su independencia, comenzó a gestarse un proceso que está derivando en el actual desplazamiento de Oeste a Este.

Considero que, más que en las nuevas hegemonías nacionales o corporativas, quizá haya que prestar mayor atención a los nuevos núcleos urbanos (Singapur, Gurgaon, Hong Kong, Shangai, Shenzhen, Beijing, Guangzhou, etc.). Es ahí, en estas megalópolis que crecen a ritmos muy acelerados, donde el turbocapitalismo encuentra su más clara expresión. A través de sus empresas y universidades atraen talento de todo el mundo y generan infraestructuras muy sofisticadas capaces de gestionar los flujos de capitales, datos, bienes y personas.

Respecto a las grandes corporaciones que mencionas, en el caso específico de las empresas chinas, tienen varias ventajas comparativas. Por un lado, la distancia entre la unidad de gestión y la de producción es inexistente. Por otro, estas empresas están situadas en el mayor mercado interno del mundo. Si bien la industria china hasta hace poco se había caracterizado por reproducir productos “diseñados en California”, ahora esa imagen, la de una “copycat nation“, es parte del pasado. Muchas empresas han sabido moverse from imitation to innovation y hoy se encuentran en la vanguardia de tecnologías como el 5G, la Inteligencia Artificial o la Internet de las Cosas. Obviamente, todas estas hegemonías nacionales, urbanas y corporativas no están aisladas y pueden cooperar, o competir, entre ellas.

MATRIZes: ¿Y cómo se sitúa Europa frente a esta realidad? ¿Y América Latina?

CAS: Si bien no soy experto en geopolítica, después de haber visitado ciudades como Shenzhen o Hong Kong tengo la sensación de que Europa está más centrada en mirar hacia su propio pasado, temerosa de que resuciten sus fantasmas más autodestructivos, que en moverse en dirección el futuro. Quizá después de 500 años se esté cerrando el “paréntesis europeo” con las consecuencias que no cuesta mucho imaginarse: una nueva hegemonía global fundada en modelos económicos, éticos, políticos y sociales generados en otras partes del mundo y no siempre en sintonía con los valores que impuso la modernidad occidental.

Respecto a América Latina, y pienso sobre todo en el caso argentino, que es el que más conozco, parecería que está perdiendo la revolución digital de la misma manera que vio pasar de lejos el tren de la revolución industrial. No visualizar los cambios, y tomar decisiones a partir de ellos, no implica quedar fuera de estos procesos sino terminar asumiéndolos pero sin capacidad de decisión, como simple vagón de cola. La Argentina se sumó a la revolución industrial como proveedor de materias primas y nunca pudo desarrollar un conglomerado productivo propio acorde a sus capacidades, algo que Brasil sí consiguió llevar adelante. Estamos viviendo un momento clave de la historia y se debería hacer un esfuerzo para reflexionar y tomar decisiones pensando en el largo plazo.

REFERENCIAS

ARAÚJO, W.; PIRES DE SÁ, F. Facebook’s algorithms and its opaque design of transparency: how followers of the most popular brazilian tv show perceive their news feed. In: FIGUEROLA, T. M.; MARZO, J. L. (Org.). Interface politics. Barcelona: Gredits, 2016, p. 837. p. 609-623.

BUCHER, T. Want to be on the top? Algorithmic power and the threat of invisibility on Facebook. New Media and Society

MARCHI, R. With Facebook, Blogs, and Fake News, Teens Reject Journalistic “Objectivity”. Journal of Communication Inquiry, v. 36, n. 3, p. 246 – 262, 2012.https://doi.org/10.1177/0196859912458700

PASQUALE, F. Black box society: the secret algorithms that control money and information. Cambridge: Harvard University Press, 2015.

PINK, S.; LANZENI, D.; HORST, H. Data anxieties: finding trust in everyday digital mess. Big Data & Society, online, v. January-June, p. 1-14, 2018. doi: 10.1177/2053951718756685

SCOLARI, C.A. Alfabetismo transmedia en la nueva ecología de los medios. Libro Blanco del proyecto Transmedia Literacy. 2018a Disponible < http://transmedialiteracy.upf.edu/sites/default/files/files/TL_whit_es.pdf >. Acceso en el: 10oct. 2018.

SCOLARI, C. A. Las leyes de la Interfaz: Diseño, Evolución, Tecnología. Barcelona: Gedisa, 2018b.

SCOLARI, C. A. TRANSMEDIA IS DEAD. LONG LIVE TRANSMEDIA! Hipermediacciones.com, 2017 Disponible en: < https://hipermediaciones.com/2017/10/28/transmedia-is-dead >. Acceso en el: 10oct. 2018.

VAN DIJCK, J.;  POELL, T.; DE WAAL, M.C. The Platform Society: Public Values in a Connected World. Nueva York: Oxford University Press, 2018.

VINCENT, J. Twitter taught Microsoft’s AI chatbot to be a racist asshole in less than a day. The Verge. 2016. Disponible en: https://www.theverge.com/2016/3/24/11297050/tay-microsoft-chatbot-racist Acceso en el: 10oct. 2018.

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