Educación, aburrimiento y el Síndrome del Boreout.

La escena es un clásico de la televisión de principios del siglo XXI: después de un par de minutos, el grito de Bart Simpson se deja sentir por los parlantes que rodean la pantalla… «Me aburrooooo….». El aburrimiento parece ser el pasatiempo preferido de los jóvenes, sobre todo dentro de las paredes de la escuela.

Pedagogía del aburrido

El texto es quizá una de las más lúcidas aproximaciones en clave psicoanalítica y sociológica al problema que nos ocupa. Se trata de Pedagogía del aburrido. Escuelas destituidas, familias perplejas (Paidós, 2004), la obra póstuma de Cristina Corea e Ignacio Lewkowicz. Según los autores los medios proponen dos gramáticas diferentes, dos formas diversas de construir la subjetividad. Muchos problemas catalogados como «de comprensión y de lecto-escritura» son uno de los síntomas de este desacople entre sujetos, discursos y prácticas.

Los alumnos leen los textos como si de una pantalla se tratara. Tal como explicaba Cristina Corea en un artículo del 1995 «el traslado de la gramática del discurso audiovisual sobre la producción del texto escrito responde a una hegemonía cultural de las prácticas de lectura audiovisual; a una creciente ausencia -también práctica- de las operaciones de lecto-escritura en la vida cotidiana». Sin embargo la autora prefiere evitar la oposición fácil (productividad de la letra versus pasividad de la imagen) y apuesta por privilegiar «el desacople por sobre el lamento de la pérdida».

¿Qué es el aburrimiento de los jóvenes sino un síntoma de que «algo» no funciona en las instituciones educativas? Según Corea «la modernidad produjo el sujeto del inconsciente en las fallas o intersticios de la razón, y ese supuesto organizó la consistencia ideológica de innumerables prácticas y discursos. Esa intervención sobre la razón dialectizó el supuesto y amplió el universo de las experiencias, incluso la pedagógica. En nuestros días, cabe pensar las condiciones de intervención en los intersticios dejados por el discurso massmediático y la práctica del consumo. Porque el tedio adolescente es un dedo que señala; bien puede ser el indicio, entre otras cosas, de que algunas experiencias están agotadas.»

El profesor aburrido

Pero no sólo los alumnos se aburren en la escuela. También los profesores producen síntomas y aceleran un proceso que se despliega frente a nuestros ojos incrédulos: la experiencia educativa tradicional está agotada. La semana pasada un post cruzó las redes digitales como esas estrellas fugaces que tanto gustan a Steven Spielberg: Camilo Jiménez, un profesor de la Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia), anunciaba que abandonaba la docencia. ¿Los motivos?

«… De treinta estudiantes, tres se acercaron y dos más hicieron su mejor esfuerzo. Veinticinco muchachos no pudieron escribir el resumen de una obra en un párrafo atildado, entregarlo en el plazo pactado y usar un número de palabras limitado, que varió de un ejercicio a otro. Estudiantes de comunicación social entre su tercer y su octavo semestre, que estudiaron doce años en colegios privados…»

Ya lo escuchamos miles de veces en los pasillos de las escuelas, institutos y universidades. Los chicos no leen. Los chicos no saben escribir. Jiménez afila la pluma y nos regala unos párrafos cargados de ironía:

«… No me he sintonizado con los tiempos que corren. Mis clases no tienen presentaciones de Power Point ni películas, a lo más vemos una o dos en todo el semestre. Quizá ya no es una manera válida saber qué es una crónica leyendo crónicas, y debo más bien proyectarles diapositivas con frases en mayúsculas que indiquen qué es una crónica y en cuántas partes se divide. Mostrarles la película Capote en lugar de leer A sangre fría. No debí insistir tanto en la brevedad, en la economía, en la puntualidad. No pedirles un escrito de cien palabras sino de tres cuartillas mínimo…»

Aunque no lo mencione, Jiménez termina sumando su voz al coro inaugurado por Nicholas Carr (el célebre autor de Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?) hace un par de años:

«… (se) lee mucho en Internet. Es una respuesta generacional y genérica. La pregunta es cómo se lee en Internet. Lo que he visto es que se lee en medio del parloteo de las ventanas abiertas del chat, mientras se va cargando un video en Youtube, siguiendo vínculos. Lo que han perdido los nativos digitales es la capacidad de concentración, de introspección, de silencio. La capacidad de estar solos. Sólo en soledad, en silencio, nacen las preguntas, las ideas. Los nativos digitales no conocen la soledad ni la introspección.»

«Dejo la cátedra porque no me pude comunicar con los nativos digitales. No entiendo sus nuevos intereses, no encontré la manera de mostrarles lo que considero esencial en este hermoso oficio de la edición. Quizá la lectura sea ya otra cosa con la que no me pude sintonizar. De pronto ya no se trata de comprender un texto, de dialogar con él. Quizá la lectura sea ahora salir al mar de Internet a pescar fragmentos, citas y vínculos. Y en consecuencia, la escritura esté mudando a esas frases sueltas, grises, sin vida, siempre con errores. Por eso los nuevos párrafos que se están escribiendo parecen zombies. Ya veremos qué pasa dentro de unos pocos años, cuando los alumnos de mi último semestre de clases tengan treinta y estén trabajando en editoriales, en portales y revistas. Por ahora, para mí, ha llegado el momento de retirarme.»

Triste, ¿no? Sobre todo si consideramos que Jiménez no es un viejo catedrático «quemado» a punto de jubilarse sino un joven profesor, periodista y editor. Sin embargo, Jiménez tiene una ventaja: puede abandonar la institución educativa y volver a lo suyo, a lo que más le gusta. Los alumnos ni siquiera tienen esa posibilidad. Están condenados al aburrimiento.

Desfasados

En mi artículo Desfasados. Las formas de conocimiento que estamos perdiendo, recuperando y ganando traté de ir más allá de los planteos más o menos apocalípticos de gente como Raffaele Simone o Nicholas Carr respecto a los cambios en las prácticas de lecto-escritura y la explosión de nuevas formas de conocimiento. No tiene sentido lamentarse por la pérdida -como decía Corea-: mejor explorar los desacoples y desfases que la mutación tecno-cultural esta generando. Si no mapeamos el territorio de manera creativa resultará imposible desplegar cualquier estrategia de intervención pedagógica o cultural. Cada día es más clara la percepción de que una época se cierra y que estamos asistiendo al cierre del Paréntesis Gutenberg. Una cultura construída alrededor de un objeto -el libro impreso- parece llegar a su fin mientras que «lo nuevo» no termina de encantar a los amantes del papel impreso. Según Piscitelli:

“Los métodos de la ciencia moderna y de la erudición se basan en un profundo respeto por el libro (…) En un contexto cognitivo, el libro producido y distribuido masivamente invita a la individualización. Pero la individualidad surge necesariamente en términos de papel y tinta. Lo que está en juego, precisamente, con la explosión expresiva de la red, es el tratamiento que Internet le da al texto, que pierde la solidez del papel y se convierte en la liquidez de la nube. Aquí el texto no es un producto sino esencialmente un proceso” (El Paréntesis de Gutenberg, 2011:29-32).

En este contexto asistimos a un

“desplazamiento de la hegemonía diacrónica -la crónica, la historia, los libros, la linealidad- como principio ordenador de la experiencia. Porque la digitalización privilegia la perspectiva sincrónica, bajo un modelo de simultaneidad y de hipervaloración de lo espacial por encima de lo temporal” (32).

Mientras no se abandonen los prejuicios (escuela buena / medios malos / web peor) y se encuadren estos cambios dentro de una perspectiva ecológica (relación medios/tecnologías, percepción y cognición) y evolutiva (la historia de las interfaces de lecto-escritura no comienza ni acaba con el libro impreso) seguiremos escuchando discursos de retroguardia, cargados de nostalgia por un pasado glorioso que nunca volverá. O sea, seguiremos escuchando discursos aburridos.

Los bárbaros y el síndrome del Boreout

La publicación de un libro empresarial –Boreout!: Overcoming Workplace Demotivation de Rothlin y Werder (hay traducción)- llamó la atención sobre un nuevo fenómeno: el aburrimiento en los entornos de trabajo. El Síndrome del Boreout (no confundir con el Burnout, o sea «estar quemado») se produce cuando el sujeto no tiene objetivos claros, realiza tareas repetitivas y pierde todo tipo de deseo dentro del ambiente productivo.

Lo que nació como un malestar en algunos entornos de trabajo burocratizados, mecanicistas y fordistas se traslada y emerge con toda su fuerza en la institución diseñada para formar a esos mismos trabajadores: la escuela. El «boreout» llegó a las instituciones educativas. La escuela, ese dispositivo de transmisión del conocimiento nacido a caballo entre los siglos XVIII y XIX, es una máquina de producir aburridos (boreouts) y quemados (burnouts). Esa escuela, hija de la Modernidad y la civilización industrial, demuestra toda su impotencia ante unos estudiantes que nacen y viven en una sociedad post-Moderna y post-industrial. Y la universidad, nacida hace casi un milenio en pleno medioevo, sigue de cerca sus pasos.

En mi post Baricco y los bárbaros, entre Homero, Flaubert y Steve Jobs (marzo 2011) escribí lo siguiente: «Los bárbaros están aquí. La mutación ya llegó y como una pesadilla radioactiva se ha infiltrado en nuestras ciudades. No sirve de nada acumular botellas de agua mineral o libros impresos: nada volverá a ser como antes.» O aprendemos a convivir y trabajar junto a los bárbaros, regenerando los espacios de producción, transmisión y distribución del conocimiento, o terminaremos todos (docentes y alumnos) engrosando las listas de los quemados y aburridos. Cada día se perfilan nuevas propuestas, experiencias y proyectos que apuntan hacia otra dirección: la creación colectiva de conocimientos, los polialfabetismos y la implementación de procesos educativos más transparentes y abiertos.

Y termino con una idea del siempre vigente Paulo Freire: «El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas.»

(Más) Bonus tracks:
– Piscitelli sobre la Pedagogía del aburrido.
– Camilo Jiménez: ¿Por qué dejo mi cátedra en la universidad?
Boreout, el síndrome del aburrimiento (artículo en diario La Nación)
Proyecto Facebook
– Anticipo de El Paréntesis de Gutenberg de A. Piscitelli
Nativos Digitales de A. Piscitelli
1@1 Derivas en la educación digital de A. Piscitelli
Educomunicación, simulaciones y aprendizaje
Educomunicación: más allá del 2.0 de R. Aparici
Aprendizaje invisible de C. Cobo Romaní y J. Moravec
The kids are alright (y tienen buenas ideas)
Geekonomía de H. Pardo Kuklinski
La educación en la sociedad digital. Tecnología y escuela: lo que funciona y por qué (Documento Básico) (PDF) de F. Pedró
– Punset entrevista a Howard Gardner: De las inteligencias múltiples a la educación personalizada.
«How is the Internet changing the way YOU think?»
Una alumna responde al profesor «burnout»

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12 Comments

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  1. «ese dispositivo de transmisión del conocimiento nacido a cavallo entre los siglos XVIII y XIX»

    Caballo

    Puede borrar este mensaje tras corregirlo. Un cordial saludo.

  2. Gracias! Después de vivir 12 años en Italia cada tanto me sale «cavallo» en vez de «caballo»… ¿O ser por culpa del ex-ministro? 😉 ¿O me estaré volviendo bárbaro?

  3. Juan Carlos Dueñas diciembre 10, 2011 — 8:52 pm

    Hace 2 años me hubiera escandalizado lo de «cavallo», pero ahora que conozco la lengua italiana, por mi cabeza no pasó que se tratara de un error (porque sería uno grave y muy sospechoso), en su lugar pasó la hipótesis de que el autor tuviera un lapsus de lengua italiana 🙂

    Este artículo… mi piace! Mi piace molto!

  4. (en català també és amb V, suma a tus 12 en Italia Unos cuantos en Cataluña :D)

    Pero otra cosa, aunque el texto http://www.amazon.com/gp/aw/d/0415586836/ref=aw_d_iv_books?is=l se refiere en particular a la enseñanza de «asignatura de medios» (obligatoria en secundaria de muchos países) me parece que puede contribuir a la reflexion del post con 1) la noción de la pedagogía del inexperto en la que el docente se coloca en la posición de participar con en lugar de hacer funciones de Gatekeeper y 2) con una aclaración importante de cuestiones como la relación medios y escuela (una enseña a defendernos de los otros amenazadores y manipuladores) escritura y audiovisual, etc.

    Creo que «After the media» podria constar entre los bonus tracks, no?

  5. Lindo texto/mashup Carlos… ««Aburridos, Mutantes y las didácticas autológicas«, la presentación que compartí en la última Jornada edupunk en Rosario, en la que estuviste, se basaba en la descripción/conceptualización de una propuesta didáctica concreta elaborada a partir del mismo diagnóstico presente en tu post de la mano de «Pedagogía del aburrido».
    Lo recuerdo por que me parece productivo urgar en esas reverberaciones…
    Link relacionados:
    «Aburridos, Mutantes y las didácticas autológicas» (http://agorarosario.blogspot.com/2011/07/iii-jornadas-intercatedras.html)
    Baricco y Manyeyes. ¿La biblia y el calefón, o leer en tiempos de barbarie? (http://agorarosario.blogspot.com/2011/04/baricco-y-manyeyes-la-biblia-y-el.html)

  6. Por supuesto, el post me parece muy bueno (para estudiantes y docentes! Felicidades y gracias!).

  7. 12 años en Italia más 9 en Catalunya, 21 años de «cavallo»… hummm… si sigo así, me tiraré de la «finestra»….

  8. Efectivamente, entre los bonus tracks deberíamos poner varios libros, entre ellos los últimos de Piscitelli (sólo cité «El paréntesis de Gutenberg»), mencionar el proyecto Facebook y también las discusiones surgidas en la asignatura de Hugo en la UVic. El sistema educativo cruje por todos lados, pero por suerte hay iniciativas en muchos espacios, países y niveles.

  9. Ya actualicé la lista de Bonus Tracks con algunas obras.

  10. Proponen en la red social docente “Internet en el Aula” que participemos en un carnaval de blogs sobre “el futuro de la educación”:

    ¿Cómo imaginamos que será la educación dentro de 10 o 20 años? ¿Seguiremos usando libros de texto? ¿Estará generalizado el uso de soportes digitales conectados? ¿Habrán cambiado los roles y formas de trabajar de docentes y estudiantes? ¿Se utilizarán metodologías de aprendizaje y evaluación diferentes? ¿Será diferente el aspecto y la disposición de las aulas y los espacios escolares?

    Esta es mi aportación:
    http://internetaula.ning.com/profiles/blogs/2016246:BlogPost:246983

    http://internetaula.ning.com/profiles/blogs/carnaval-de-blogs-el-futuro-de-la-educacion

  11. Excelente Carlos, están expresados los términos del problema, de la base del problema de los aprendizajes en la educación actual, aunque soy exceptico de la capacidad de la mayoría de los docentes para evolucionar. Sobre esto escribía hace dos semanas algo en mi blog: Alfabetización mediatica como base para la educación en la sociedad-red: http://bit.ly/sVMkEs.

    Un saludo

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